martes, marzo 27, 2018

ESI

 Sociedad. Jueves, 27 de octubre de 2016

Encuesta sobre la ESI

A diez años de la promulgación de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral, la Fundación Huésped lanzó una encuesta sobre la implementación de la norma, disponible de manera online en cor.to/esiya. El objetivo de la investigación es conocer las experiencias en educación sexual de adolescentes y jóvenes que cursaron la escuela media luego de la aprobación de la ley, para relevar de qué forma se trabajan las temáticas incluidas en la norma en las distintas escuelas de todo el país. Una de las particularidades de esta ley es que comprende a la salud sexual integral en cuanto a sus aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos. “En la actualidad, la implementación de la ley es heterogénea y dispar. Es necesario que exista un abordaje institucional, transversal e integral que vaya más allá de los aspectos biológicos y de la genitalidad, y que incluya la promoción de la salud y de derechos sexuales y reproductivos”, aseguró Betiana Cáceres, de la Fundación Huésped, que forma parte del Colectivo de Juventudes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, la coalición de organizaciones que formuló el proyecto.



Medios y Comunicación

https://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-313770-2016-11-09.html


Miércoles, 9 de noviembre de 2016
medios y comunicación

Abrir a las palabras acalladas

María Cristina Mata y Eduardo Rivera López presentan dos perspectivas sobre los medios públicos, su función social y política, la diversidad, la imparcialidad y el pluralismo.

Por María C. Mata*
Es usual afirmar que los medios públicos deben ser instrumentos de democratización de la comunicación: deben garantizar el acceso a la información para toda la población; fomentar su participación en debates; contribuir a su desarrollo cultural; respetar y promover el pluralismo político, étnico, religioso, cultural; brindar contenidos adecuados a sectores desatendidos por el sistema de medios con fines de lucro. En esas obligaciones planteadas en muchas normativas –incluida nuestra Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual– implícitamente se asume la existencia de un daño que los medios públicos deben contribuir a reparar: la apropiación, la monopolización de la palabra por unos pocos sectores.
Pero también es usual –y a nuestro juicio contradictorio– que en muchos discursos académicos y políticos se afirme que esos medios deben actuar de manera universal e imparcial, lo que supone pensarlos como espacios de variedad y armonía donde todo cabe y convive en igualdad; medios que por ciertos mecanismos institucionales –su régimen de propiedad y gestión, por ejemplo– deben alejarse de intereses y luchas sectoriales y de cualquier posicionamiento excepto el del bien común que nunca se explicita por quién es definido. En suma, medios extraídos de las condiciones económicas, sociales y políticas propias de nuestras desiguales sociedades y más aún, extraídos de las luchas por el poder.
Pero democratizar la comunicación no es tender lechos de rosas. Es, por el contrario, construir las condiciones para que todos los derechos –no sólo los derechos a la información y la libre expresión– puedan ejercerse. Y ejercer derechos requiere, entre otras cosas, demandarlos en la esfera pública ante los poderes que los niegan y también poner en cuestión el orden social que los coarta o impide ampliarlos.
Tal como se puso de manifiesto a lo largo y ancho del país en las audiencias públicas realizadas durante 2015 por la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, la emergencia en el espacio público de voces que demandan y proponen desde situaciones de exclusión y desigualdad, o desde perspectivas innovadoras y emancipatorias, enfrentan los condicionamientos y manipulaciones que el sistema de medios concentrado les impone: desde la fragmentariedad con que aparecen hasta su banalización, estereotipia o estigmatización.
Por eso hay que pensar de otro modo los medios públicos si honesta y seriamente se los considera vectores de democratización: no como espacios de una ideal pero inexistente convivencia armónica, sino como instituciones donde la sociedad pueda reconocer los conflictos que la constituyen y como instancias de reparación de las desigualdades expresivas que impiden una participación equitativa de diferentes actores en esos conflictos en términos discursivos. En ese sentido, la pluralidad no puede confundirse con el “pluralismo liberal” propio –según el reconocido teórico de la comunicación Armand Mattelart– de las tantas veces admiradas televisiones públicas europeas que, a su entender, eran “una forma de organización del consenso”, es decir, eran más un espejo de las “opiniones admitidas” que lugar de expresión de contradicciones e innovadoras búsquedas políticas y sociales.
En la perspectiva de la construcción de un poder democrático, el igualitarismo suele provocar inequidad. La redistribución de los bienes materiales y simbólicos sólo repara exclusiones e injusticias si es desproporcional a los bienes con que cuentan los distintos actores. Por ello, si los medios públicos se piensan vinculados con las luchas por derechos, deberían permitir reconocer la diversidad de opresiones que se sufren en nuestras sociedades y la variedad de estrategias con que ellas se enfrentan. Deberían dar cabida a todas las voces y miradas ausentes o condicionadas en los medios concentrados para que con sus particulares lenguajes y perspectivas puedan presentarse ante el conjunto de la sociedad. Deberían asumirse como puentes para reconocer parentescos y establecer convergencias, pero también para que se expresen las contradicciones y hasta los antagonismos irreductibles. Y para que eso sea posible, contra la idea de polifonía (y por tanto de armonía) con que suele asociarse la escena pública plural, deberíamos asumir la necesidad y el riesgo de dejar entrar en ella los instrumentos precarios o innovadores, los ruidos y sonidos discordantes. Contra la idea de independencia de los medios públicos como garantía de su pluralidad deberíamos imaginarlos y diseñarlos dependientes de quienes requieren poder decir sus palabras acalladas o distorsionadas. Para que efectivamente lo público pueda ser lo de todos y todas.
* Docente e investigadora Univ. Nacional de Córdoba.

OPINION Ciudadanía y Libertad

Opinión

Ciudadanía y libertad

Por Daniel Filmus *
Existe una coincidencia entre los primeros tiempos de los gobiernos de Néstor Kirchner y Mauricio Macri. Ambos han demostrado que no dejaron fuera de la Casa Rosada las convicciones con las que llegaron a asumir la Presidencia de la Nación. Aquí finalizan las similitudes.
En el mismo día de la jura, la pasión de Néstor lo llevó a poner en funciones a sus ministros con una herida en la frente. Recibió accidentalmente el golpe de una cámara de fotos cuando bajó a la Plaza de Mayo a abrazarse con el pueblo. La pasión de Macri, en cambio, lo llevó a no tomar contacto con la gente. Mostró su alegría al ¿ritmo? de Gilda, repitiendo un desentonado “¡gracias!” a sus votantes desde el balcón.
En los días siguientes, Néstor viajó a Entre Ríos a resolver el conflicto salarial docente para reivindicar su tarea y asegurar el derecho a la educación para todos los argentinos sin distinción. Macri, en cambio, viajó rápidamente a San Juan a quitarle las retenciones a las grandes compañías mineras para asegurar la ampliación del saqueo de las riquezas de los argentinos.
Kirchner decidió que era el trabajo, y no la represión, el camino para integrar a los millones de hombres y mujeres que reclamaban y ocupaban las calles para demandar empleo en las grandes ciudades. Macri decidió que eran la devaluación, el ajuste y la desocupación, las estrategias para “normalizar” la economía y logró que cientos de miles de argentinos salieran a las calles a reclamar que no se perdieran más puestos de trabajo. Para ellos aprobó un “Protocolo” represivo.
En los primeros meses de gobierno, las medidas iniciales permitieron que Néstor ampliara considerablemente su base de apoyo y partiendo desde el exiguo 22 por ciento de votos, logró una mayoría parlamentaria que aprobó las leyes necesarias para colocar a la Argentina en la senda del crecimiento y la distribución de la riqueza. Macri dilapidó su “luna de miel” y buena parte de su importante consenso inicial, intentando imponer medidas a través de DNU y hoy amenaza con desconocer la mayoría parlamentaria que se ya se expresó en el Senado a favor de defender el trabajo y la producción nacional.
Así como Kirchner logró expandir el apoyo que originariamente sólo provenía del peronismo hacia otras fuerzas progresistas, ampliando su base de sustentación, las medidas que tomó Macri en los primeros cien días le restaron parte del apoyo originario y produjeron, como reacción, tres de las más importantes movilizaciones de los últimos tiempos. El 24 de marzo, el 13 y el 29 de abril el pueblo argentino salió a las calles por la memoria, la verdad y la justicia; por la no utilización del aparato judicial como instrumento de persecución política; y contra la desocupación y por la defensa de la dignidad de los trabajadores.
Es verdad que en estas tres movilizaciones hubo actores comunes. Pero también es importante reconocer que cada una de ellas aportó protagonistas y movimientos sociales, gremiales y políticos distintos. Inclusive, muchos de estos sectores y ciudadanos que salieron a las calles no acompañaron electoralmente al Frente para la Victoria en la última elección.
Es en este contexto que creo necesario analizar la propuesta que realizó Cristina en los discursos públicos y en las reuniones con distintos grupos parlamentarios y sociales en su paso por Buenos Aires.
Es particularmente importante en su mensaje el énfasis puesto en la necesidad de recuperar para el movimiento nacional y popular los conceptos de ciudadanía y libertad. Estas categorías habían sido apropiadas por quienes desde el gobierno hoy están haciendo todo lo posible para estrechar su significado a la formalidad liberal que las restringe al ejercicio de la voluntad electoral cada dos o cuatro años. Resignificar estos conceptos para el campo popular implica comprenderlos desde la mirada integral que históricamente llevó adelante el peronismo. Una ciudadanía plena exige tanto la vigencia de los derechos políticos como la de los sociales. La integración ciudadana verdadera no puede coexistir con la marginación de los bienes económicos, sociales, educativos y culturales que constituyen las condiciones básicas para la participación efectiva en la sociedad actual. En palabras recientes del vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera: “...los derechos económicos y sociales son constitutivos a la ciudadanía y la democracia porque esta no consiste sólo en un medio para seleccionar gobernantes, sino sobre todo para ejercer el derecho a compartir bienes comunes a una vida digna... ha de haber democracia si la gente amplía su derecho a la igualdad.”
La libertad, por su parte, es sólo un concepto vacío si no está sustentada en la capacidad de decidir con la autonomía que genera la igualdad de ejercicio de los derechos ciudadanos anteriormente mencionados. En caso contrario, se convierte en “libertad de morirse de hambre”. Lo mismo podemos decir de la aplicación de la noción de libertad a nivel de la Nación. No somos un país verdaderamente libre si no tenemos soberanía en la toma de decisiones. No es la simbología patria la que genera libertad. Es la posibilidad de defender los intereses de los argentinos y de la región frente al mundo.
La necesidad de convocar a todos quienes comparten estas perspectivas sobre la ciudadanía y la libertad exige incorporar otra de las herramientas que sugirió Cristina en sus intervenciones: la constitución de un Frente Ciudadano. Este frente debe tener la posibilidad de incorporar a otras fuerzas políticas, pero no se debe restringir a lo partidario. En el contexto de una cierta crisis de representación, la idea de Frente Ciudadano permite ampliar al extremo la capacidad de integración, incorporando a todos aquellos que se oponen a las políticas que se están llevando adelante.
Los límites para la integración del Frente Ciudadano están definidos por Cristina a través de la pregunta: ¿cómo estabas el 10 de diciembre? Todos los que están peor, han visto vulnerados sus derechos, han visto descender su nivel de vida, están preocupados por su futuro laboral, están indignados por el endeudamiento, la pérdida de soberanía y la vuelta a las relaciones carnales, tienen lugar en el frente. Todos los que acuerden con la concepción de ciudadanía y libertad que acabamos de definir, sin excepciones. No importa que posición tengan frente al gobierno anterior ni cómo votaron en las últimas elecciones.
Pero la forma que adquirirá ese frente no está definida de antemano. Lo que es seguro es que no se construirá de arriba hacia abajo. Debe recoger todo lo que movilizó en las recientes demostraciones en las calles y mucho más. Debe forjarse en cada lugar de trabajo y participación popular. Su construcción exigirá un alto grado de creatividad, apertura y pluralismo y vencer actitudes sectarias que por momentos hemos sostenido desde el FpV. Al mismo tiempo, exigirá capacidad de escucha y autocrítica, allí donde la realidad y el diálogo con otros sectores lo requieran. Y también, capacidad de elaboración de programas y propuestas innovadoras que constituyan alternativas concretas a este intento de restauración neoliberal y muestren que es posible seguir avanzando en el camino del crecimiento, el trabajo y la justicia social. Sólo así las mayorías populares lograrán volver a colocar democráticamente un gobierno que sostenga los mismos ideales y convicciones que no fueron dejados fuera de la Casa Rosada aquel recordado 25 de mayo del 2003.
* Parlamentario del Mercosur, Frente para la Victoria.

Los porteños no tienen idea de instrucción cívica y política

https://www.lanacion.com.ar/1106760-
https://www.lanacion.com.ar/1106760-
Los porteños no tienen idea de instrucción cívica y política

Desconocen, entre otras cosas, cuántas provincias tiene el país
9 de marzo de 2009  
Los porteños se sacaron un dos en instrucción cívica. Reprobaron. Saben poco y nada del funcionamiento del Estado y de sus deberes. Seis de cada diez desconocen cuántas provincias tiene la Argentina, sólo la mitad puede identificar los tres poderes del Estado y el 61% no sabe que hay más diputados que senadores ni cómo funciona el Congreso.
En cambio, la mayoría sí tiene claro que una misma persona puede ser reelegida presidente en forma consecutiva por dos períodos.
Las razones de tanta desinformación, que quedó reflejada en una reciente encuesta del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano (Copub), hay que buscarlas en el desinterés por la política, en particular, porque no da respuestas a las necesidades cotidianas de los ciudadanos; en las fallas del sistema educativo, y en que predomina la idea de que la democracia es una cuestión exclusivamente electoral, según dijeron politólogos consultados por La Nacion.
En la síntesis del trabajo, que comprendió a 620 porteños, se dejó en claro que entre los consultados "predomina un gran desconocimiento del funcionamiento y de las instituciones de nuestro sistema político".
El estudio reveló que el 61% de las personas no sabe que la Argentina está compuesta por 23 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y sólo el 55% identificó al Poder Ejecutivo, al Legislativo y al Judicial como los tres poderes del Estado.
"Decididamente los porteños reprobaron. Sería bueno saber qué estan enseñando las escuelas. Aunque las encuestas de este tipo dan resultados similares en todo el mundo", expresó Orlando D´Adamo, director del Copub.
El 69% de la gente consultada no supo decir qué cargo ocupa actualmente Carlos Menem y una gran proporción cree que se retiró de la política. "Que no se sepa qué es Menem es grave porque es la gente la que le paga el sueldo", afirmó el experto.
Un 60 por ciento sabe que no es el presidente el que sanciona las leyes y dice que lo tiene presente a partir de los debates legislativos sobre las retenciones agropecuarias y la estatización de las AFJP.
Adrián Perechodnick, de la Consultora Poliarquía, interpreta que hay "un evidente desinterés por la política", y eso se verifica en que no haya un sistema político consolidado. "Hay partidos o frentes electorales, porque es la única forma de participar en el proceso", expresó.
Un trabajo de Eduardo Fidanza revela que la mitad de los porteños habla de política y el resto lo hace rara vez o nunca. Las cifras se reducen a 7 desinteresados por cada 3 interesados si se amplían a todo el país.
Ana María Mustapic, politicóloga de la Universidad de San Andrés, no es tan pesimista: "Los ciudadanos actúan a partir de ciertas minorías activas, por más que haya cierta ignorancia que se ve compensada por ellas", dijo a LA NACION.
Entretanto, D´Adamo destacó que las razones hay que encontrarlas también en el espacio que dan los medios al Poder Ejecutivo, en desmedro de los otros poderes, aunque señala que "la función de los medios no es tanto formativa como informativa".
Lo que tienen presente los porteños es la posibilidad de la reelección presidencial, quizá porque fue un tema abordado por casi todos los gobiernos constitucionales.

Asombro

Los datos asombraron a los consultores, pues entendieron que el electorado porteño es el que consume mayor información de los medios y a través de Internet.
El trabajo refleja además que tan sólo el 27 por ciento de los consultados supo de qué se trataba el hábeas corpus, garantizado por la Constitución. "Sorprende por la historia política de nuestro país y por los casos de violaciones de los derechos humanos", dijo D´Adamo.
La mitad de los encuestados desconoce el procedimiento para la sanción de las leyes.
Los 25 años de vida democrática continua no parecen haberse traducido en un aprendizaje del funcionamiento del Estado. "Son dos generaciones que han votado; los que tienen 31 años se educaron en democracia desde el colegio primario", expresó el director del Copub.
En la síntesis del trabajo se señala que el electorado porteño tiene mucho más conocimiento del Poder Ejecutivo en comparación con los otros poderes del Estado y especula con que ello quizá se vea propiciado por el fuerte sistema presidencialista de gobierno que rige en la Argentina.

https://www.lanacion.com.ar/1106992-alumnos-del-buenos-aires-con-dificultades-para-responder-preguntas-sobre-actualidad

Alumnos del Buenos Aires, con dificultades para responder preguntas sobre actualidad

Luego del alarmante estudio que afirma que los porteños saben muy poco sobre instrucción cívica y política, lanacion.com consultó a los alumnos del prestigioso colegio, pero los resultados no fueron mejores

10 de marzo de 2009  • 08:29
Un reciente estudio del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano (Copub) reflejó que los porteños tienen escasos conocimientos sobre instrucción cívica y política. Un sondeo sobre 620 personas en la Capital Federal mostró que sólo el 40% sabe cuántas provincias tiene la Argentina y que el 55% es capaz de identificar a los tres poderes del Estado.
Ante estos resultados, lanacion.com decidió consultar a los alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires, acaso uno de los establecimientos educativos con mayor prestigio académico del país, pero los resultados no fueron mejores. Sólo algunos pocos estudiantes lograron contestar correctamente preguntas básicas sobre cívica, política y actualidad.
La mayoría de los consultados argumentó que todavía están pensando en las materias que se llevaron a marzo (estos son los últimos días de pruebas antes del inicio formal de las clases) y que por esa causa no están atentos a lo que pasa en el mundo de la política y la economía. Sin embargo, muchos de ellos confesaron que no suelen estar informados de temas de actualidad, simplemente por falta de ganas.



jueves, marzo 22, 2018

Himno de mi Corazón

                                                                                                                                                                                                                                               

                                    "...tengo confianza en la balanza que inclina mi parecer.."


martes, marzo 13, 2018

Investigador del CONICET defendió los estudios de Ciencias Sociales

https://www.tiemposur.com.ar/nota/146197-investigador-del-conicet-defendio-los-estudios-de-ciencias-sociales

Redes sociales

Investigador del CONICET defendió los estudios de Ciencias Sociales

Se trata de Jorge M., científico del área de nanotecnología y cáncer, que defendió a las áreas sociales que realizan investigaciones en el Consejo Nacional Investigaciones Científicas y Técnicas. Advirtió que hubo una campaña  para desprestigiar a sus colegas.
Jorge M. –conocido en Twitter como @Jorgenomefui- es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) del área de nanotecnología y cáncer. Días atrás sus posteáis en la red social se hicieron virales. En ellos defendió las investigaciones de sus colegas del área de Ciencias Sociales, que fueron blancos de ataques y burlas por tratar ciertos temas. En dialogo con Tiempo FM, aclaró que su área no es cuestionado aporque “porque el nombre de los temas que investigamos nosotros son más complejos” y afirmó en dialogo con Tiempo FM que se sintió indignado que usaran su sector para desprestigiar a sus colegas.
“La ciencia se compone tanto de las naturales como las sociales. Fue una operación mediática de desprestigio, basada en información sesgada, mentira y errores” argumentó el científico.
Contó que lo que hizo en twitter era mostrar que los argumentos planteados en medios de comunicación eran “falsos, rebatibles y verificables”.
Por otra parte, defendió las investigaciones sociales que se hicieron sobre el Kirchnerismo, ya que planteó que no se trató de una cuestión partidaria, sino un seguimiento histórico de los movimientos sociales en argentina.
Su argumento, posteo por posteo, puede verse en la red social Twitter.