sábado, mayo 27, 2017

Para los que quieren que la escuela cambie

   Rugby sin Fronteras




Bautista llevó y lleva a cabo muchas acciones solidarias con el fin de promover la paz a través de los valores del Rugby y nos comparte valiosas historias para inspirarnos a resolver conflictos con la no violencia.

En el 2009 fundó Rugby sin Fronteras, con el objetivo de entrenar los valores para construir una comunidad que viva en armonía y en Paz, realizando acciones de concientización, capacitación y eventos de alto impacto.
Se destacan las misiones de Paz y los homenajes realizados en las Islas Malvinas, Franja de Gaza (donde unió a chicos israelíes y palestinos en pleno conflicto bélico), en Francia, el puente de Fray Bentos, Homenaje a los sobrevivientes de la Tragedia de los Andes en la Cordillera de los Andes, el Homenaje a Nelson Mandela en Sudáfrica, y en Londres la Fundación unió a veteranos de guerra argentinos y británicos en un Encuentro de Rugby por la Paz.
En la actualidad trabaja como coordinador del programa “Valores” en el equipo de desarrollo de la Asociación Argentina de Tenis (AAT) y con el equipo argentino de Copa Davis; trabajando además con deportistas de alto rendimiento, líderes empresariales y sociales.

lunes, mayo 22, 2017

las ciencias, los científicos


Las Ciencias

https://www.pagina12.com.ar/38166-cientificos-entre-la-desinformacion-y-la-bicicleta

La importancia de las políticas públicas
Científicos: entre la desinformación y la bicicleta
El jueves pasado, en la sede del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MinCyT), se produjo un nuevo encuentro de la Comisión Mixta de Seguimiento para concretar el Acta Acuerdo. Allí, las autoridades y los representantes gremiales buscaban acordar cómo incorporar los 500 investigadores que, pese a haber cumplido de manera favorable con todas las instancias de evaluación, no ingresaron al Conicet a fines del año pasado. El martes, el MinCyT (a través de su portal en internet) se adelantaba a la reunión y anunciaba el denominado “Plan de Fortalecimiento de la Investigación en las Universidades Nacionales”, a partir del cual –junto al Ministerio de Educación– anticipaba la firma de un convenio para crear 410 cargos docentes para distribuir entre los 500 investigadores. La iniciativa tenía el objetivo de solucionar la situación de los trabajadores que reclaman (desde hace cinco meses) por el cumplimiento de sus derechos laborales.
El Plan propuesto representaba una mejora respecto a las ofertas previas –contratos anuales precarios en organismos de CyT descentralizados– en la medida en que preveía la constitución de plazas con dedicación exclusiva (nivel jefe de trabajos prácticos) y reconocía la antigüedad en el ejercicio de sus deberes. Además, estipulaba que los cargos docentes serían complementados con una convocatoria especial de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, que financiaría los proyectos de investigación y equipamiento, por medio del instrumento Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica Orientados (Picto). No obstante, aunque la oferta mejoraba los intentos anteriores, sembraba el campo de nuevos interrogantes. 
Una de los principales incógnitas apuntaba a resolver qué ocurriría con los 88 investigadores que no eran considerados en el ofrecimiento oficial que contemplaba 410 plazas cuando los afectados son 498. Otro punto importante radicaba en resolver cuáles serían los destinos finales de los científicos: ¿qué investigador trabajaría en qué universidad? Y el tercer punto de tensión versaba sobre el desfasaje de salarios: mientras el neto actual de un/a investigador/a asistente sin antigüedad está por sobre los 24.000 pesos, el cargo de JTP exclusiva con hasta cinco años de antigüedad no supera los 17.000. Y la estabilidad de esos cargos no estaría garantizada porque luego de dos años serían concursados en convocatorias abiertas. 
La respuesta conjunta de los ministerios surgió como resultado de la lucha de los científicos que, desde diciembre pasado, realizan reclamos, plenarios y encuentros. Una serie de movilizaciones que, bajo la consigna “Investigar es trabajar” obligó al Gobierno a recular su marcha y a repensar el ajuste presupuestario y la reducción de ingresos. Mediante esta solución, el Conicet parecía desmarcarse (en parte) del asunto y delegar parte de sus obligaciones en las universidades.
Después de 140 días, el problema no solo se puede interpretar y definir como un conflicto presupuestario. Se trata de un conflicto material (en la medida en que compromete las vidas de los investigadores) pero sobre todo simbólico. El MinCyT se hace eco de un modelo de país que piensa que los científicos son prescindibles y que sus contribuciones poco tienen que aportar en el engranaje productivo de la Nación. Las reiteradas idas y venidas, la campaña mediática orquestada en contra de los investigadores de ciencias sociales, las repuestas difusas, la decisión del directorio del Conicet de reducir los ingresos para los años que vienen, la supremacía de lo tecnológico y lo aplicativo por sobre “lo básico” constituyen diferentes caras de una misma estrategia política. 
El campo científico puede describirse como un laboratorio social desde el cual es posible analizar el proyecto de país que los representantes en ejercicio buscan promover. Hoy, según parece, se han esfumado los planes expansivos para un sistema científico en constante crecimiento. Por el contrario, sus protagonistas son desvalorizados mediante acciones que no hacen más que oscurecer el paisaje. Comunicados que comunican poco, propuestas que no proponen nada y luego el silencio. Hoy, la ciencia es la copia fiel de un cuerpo estatal que parece ir a los tumbos sin ningún objetivo de progreso certero, que echa mano a la improvisación y que cuando se marea repite formulas históricas que nunca han funcionado.
OPINIÓN
¿Para qué la ciencia?
 https://www.pagina12.com.ar/10613-para-que-la-ciencia
¿Qué investigan los que investigan? ¿Qué piensa la sociedad de la ciencia? ¿Qué transmiten los medios masivos al respecto? ¿Qué discursos construye el Gobierno? Si la promoción científico-tecnológica era basal en octubre de 2015, en etapas decisivas cuando la campaña debía inflarse hasta reventar, ¿qué ocurre ahora? En épocas de ajustes, los científicos salen a las calles, se desparraman por el Polo Científico-Tecnológico, y defienden sus empleos. En el trayecto, explican sus recortes de objeto, describen las temáticas que abordan y sobre todo, argumentan en favor de la función social de sus trabajos. Es decir, autovalidan: sus identidades y sus proyectos (que, en esencia, son un poco lo mismo). Le responden a la sociedad y rinden cuentas, como si la cantidad de formularios y declaraciones juradas, de barreras y vallas burocráticas no fueran suficientes. Como si nunca nada alcanzara, porque desde siempre rinden exámenes, presentan becas, concursan subsidios. Porque trabajar de investigar es un poco eso. Es exprimir la mente pero, también y sobre todo, es poner el cuerpo. Es entregarse, sudar y sacrificarse. Y ello, a menudo, resulta difícil de traducir. Casi un cuento kafkiano.
Así, se pasean por sus vidas con la obligación de develar cómo administran su tiempo, justifican sus horas de trabajo, abrazan su eficiencia y consumen la saliva para narrar cómo dividen las vacaciones. Y se los sienta al banquillo de los acusados, se los somete a una luz bien punzante, y se les consulta sobre sus actividades: ¿para qué sirve tu trabajo? No hay un solo investigador en Argentina que no haya contestado a ese interrogante. Y, de esta manera, resulta que a ningún otro trabajador se le ejercen tan férreos controles ni vigilancias. Nadie nunca tuvo un número tan grande de jefes, ciegos y feroces. 
Bajo esta premisa, la ecuación es bien sencilla: en la matriz neoliberal, el ajuste jamás es suficiente. El fomento del pensamiento crítico se descarta debajo de la alfombra: escarbar la historia se vuelve un problema; reflexionar de modo sociológico acerca de la desigualdad y la pobreza trae sus consecuencias; estudiar las políticas públicas de medios ya pasó de moda. Entonces, ¿para qué la historia, la sociología, la antropología y la comunicación cuando todo se soluciona con “entusiasmo, esperanza y buena onda”? ¿Qué sentido tiene el examen de lo social cuando el sentido común, las representaciones y los imaginarios pertenecen al campo del sueño y las falsas ilusiones? ¿Cómo progresar si el mercado tiene la posta?  
En este marco, en plena Casa Rosada, el Gobierno reconoce el trabajo de algunos científicos mientras desconoce el de otros; se multiplican, casi de forma exponencial, las notas que incluyen los rankings acerca del puesto que los intelectuales argentinos ocupan en el mundo; se acusa la trivialidad de los temas escogidos por intermedio de redes sociales; y se dividen las aguas con el objetivo de separar la “buena ciencia” de la “mala ciencia”. Como si la gloria de algunos debiera ser contemplada a la luz de la miseria de otros. Porque el exitismo camina inexorablemente en aquella línea: algunos sirven, otros son descartables. De manera que no queda más remedio: si se quiere conservar a los útiles, habrá que desmarcarse del resto. En esta línea, sobrevuela una premisa que de tan opaca vuelve a brillar: el sentido común es tan democrático como traidor. Porque se dispara de forma dispares y se construye con ladrillos dotados de propiedades curiosas. Y se reflotan antiguas distinciones que permean el discurso popular y se reinstalan en la agenda. Auténticos mitos vinculados con la división entre “ciencias básicas” y “ciencias aplicadas”, idea que solo contribuye a segmentar los campos y corta a cuchillo el saber. Como si cada cual tuviera una quinta y un rebaño que cuidar. Y de ahí el fomento de “la grieta”, sí, esa que tanto se golpea ahora se vuelve necesaria. 
¿En qué momento el humo se disipa y la cara neoliberal se enjuaga el maquillaje? La anestesia viene disfrazada de productividad y de funcionalismo. ¿Cómo sostener las ciencias sociales y las humanidades si prima la lógica de corto plazo y la emergencia? Si la vida es una alerta constante –un presente que se esfuma apenas se pronuncia– ¿en qué momento se reflexiona? Saciar la curiosidad, cultivar el pensamiento crítico, llenar vacíos con ideas ajustadas y engordar las filas de lo simbólico no es tan secundario ni abstracto como, a priori, se pretende hacer creer. En contraposición, investigar los fenómenos y los procesos sociales es central para instrumentar políticas públicas y definir los rumbos del país. Claro que, como todo lo verdaderamente importante, no puede medirse con la vara del éxito, la inmediatez y la productividad.  
¿Los científicos contraen obligaciones con la sociedad? Sí. Pero ello no se traduce en respuestas inmediatas. Entre otras cosas, porque pensar la realidad lleva su tiempo. Existe un telón de fondo, un detrás de escena, un denominador común a todas las investigaciones: el tiempo, el esfuerzo y la dedicación, tres pilares que no se condicen con la fugacidad y la volatilidad de lo cotidiano. La ciencia es un modo –el hegemónico– que los seres humanos utilizan para comprender el mundo, una herramienta que orienta y que guía las acciones. Un par de lentes de aumento, que forma parte de la cultura y constituye un sector de tensiones y poder. Un campo que necesita ser cultivado, porque su florecimiento es la vía más directa hacia el desarrollo. En un mundo que apuesta al conocimiento, Argentina parece frenar la marcha. La soberanía y la independencia vuelven a producir vértigo y ello, por sobre todas las cosas, causa tristeza.

Cultura popular Antropología cultural



https://www.pagina12.com.ar/38164-el-centro-de-gravedad-en-la-sociedad-no-esta-donde-habitualm


PABLO SEMÁN, LA CIENCIA QUE PONE LA LUPA EN LAS CULTURAS POPULARES
“El centro de gravedad en la sociedad no está donde habitualmente creemos que debería estar”
El investigador de Conicet y doctor en Antropología indaga en las experiencias religiosas, musicales y literarias de los sectores populares. La protesta social y la eficacia política de las movilizaciones. Las elites políticas y culturales, entre el prejuicio y la incomprensión de realidades ajenas.
“En general, cuando se piensa en cultura popular se tiende a “nostalgiar” cierta reminiscencia del pasado supuestamente tradicional; mientras que la cultura masiva sería algo así como la representación de las personas atomizadas frente a los televisores. Y en verdad, ninguna de esas dos realidades existe por separado”, afirma Pablo Semán, sociólogo (UBA) y doctor en Antropología (por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, Brasil). 
La potencia del método etnográfico y el trabajo de campo para quebrar prejuicios y sentidos comunes; “cultura popular” y “cultura masiva”, dos conceptos que parecen designar realidades prolijamente separadas pero que deben integrarse en la percepción de una experiencia; los consumos culturales y el poder simbólico de la música y los best sellers, espacios que interpelan a los sujetos y contienen sus sensibilidades de clase; cosmovisiones religiosas que explican más de sus propias vidas que de instituciones; y, finalmente, la protesta social, muestra efervescente de una sociedad movilizada que pone a prueba la eficacia de la calle y explica, en parte, las representaciones y prácticas políticas de los distintos sectores de la sociedad. Sobre todo eso opina Semán, quien se desempeña como investigador de Conicet y docente (de grado y posgrado) en la Universidad Nacional de San Martín. 
–¿Por qué estudió sociología? 
–Durante la secundaria me interesaban más las matemáticas. Sin embargo, en mi familia siempre se leía mucho de historia y sociología. Todo eso me sirvió como herramienta para poner en juicio mi propia militancia juvenil. Me resultaba apasionante la posibilidad de tomar distancia de relatos mecánicos, ver los fenómenos en su singularidad.
–Y luego siguió con un doctorado en antropología...
–Poco después de recibirme decidí investigar las iglesias evangélicas. En los noventa nadie las estudiaba sin caer en el sitio común del prejuicio y el menosprecio. Pronto advertí que el objeto de estudio me demandaba tiempos de observación más prolongados y experiencias menos artificiosas que la entrevista. Así que comencé a hacer etnografías sin saber que, efectivamente, lo estaba haciendo y opté por realizar un doctorado en la Universidad Federal de Río Grande do Sul (Brasil) atraído por el estilo de investigación que tenían algunos de sus profesores.
–La antropología destaca por su método etnográfico y un minucioso trabajo de campo. Leí que en este afán, un tiempo más tarde, se mudó a Lomas de Zamora...
–Sí, investigué de qué modo las personas del barrio realizaban sus prácticas cotidianas y constituían sus cosmovisiones religiosas. Así fue como me di cuenta que sus trayectos sociales y culturales daban el tono de esas experiencias más que el hecho de declararse católicos o pentecostales. La religión no dependía solo de las iglesias sino del universo de creencias que elaboraba cada individuo en sus procesos de socialización. En otras palabras, importaban más los “modos de ser católicos y pentecostales” que sus propias religiones en sí.  
–En la actualidad, es uno de los principales referentes en el análisis de las culturas masivas y populares. ¿Cómo podría definirlas?
–En general, cuando se piensa en cultura popular se tiende a “nostalgiar” cierta reminiscencia del pasado supuestamente tradicional; mientras que la cultura masiva sería algo así como la representación de las personas atomizadas frente a los televisores. Y en verdad, ninguna de esas dos realidades existe por separado. Lo que hay son barrios con sujetos que desarrollan producciones simbólicas frente a bienes culturales que provienen de la mediación masiva, de las experiencias familiares y laborales, así como de sus vínculos con la política. Por otro lado, en general, sus horizontes de existencia poco tienen que ver con lo que se dice de ellos en la voz de las elites educativas y políticas.
–¿Cómo se expresan los sectores populares frente a la política?
–Un gran malentendido entre visiones de las élites de todo tipo y los sectores populares se vincula con, por ejemplo, una vieja dicotomía entre clientelismo y piqueterismo, entre lucha y urgencia, entre proyecto de transformación social y resolución de problemas cotidianos. Sin embargo, la realidad no puede reducirse de esa manera: que los actores sociales corten rutas no implica una búsqueda revolucionaria, ni su afán por conseguir soluciones concretas los convierte en clientes. Al mismo tiempo, es posible advertir una serie de transformaciones en el seno de la vida de los sectores populares que implicaron la adopción de perspectivas más individualistas de progreso material y autoafirmación personal.
–¿Por ejemplo?
–La idea de “emprendedorismo” rescata de la vida cotidiana la experiencia de intentar resolver en la precariedad y también una posición que invita a “ponerse las pilas”, “rescatarse” y “salir adelante” para resolver su situación personal. Se trata de una transformación actual pero que se relaciona con experiencias populares que podrían remontarse a los noventa. Muchas situaciones de la vida social que implican algún éxito se vinculan con un declarado esfuerzo por cambiar sus realidades. Y todo eso se percibe y se constituye en ciertas creencias y prácticas religiosas, en el uso de la literatura de autoayuda, en las apropiaciones de los mensajes musicales. 
–También investigó a los sectores populares y su consumo de literatura masiva...
–Exacto, puede resumirse en la idea de que “si uno se juega por sus inquietudes personales tendrá mejores resultados que si se queda esperando a que le resuelvan la vida”. Se trata de una tradición de lecturas populares, consumos que los interpelan y –al menos desde un punto sociológico– son de primer orden. Me refiero a Paulo Coelho, muy criticado desde un punto de vista literariamente normativo, pero conectado de modo directo con sus sensibilidades (y muy presente en las experiencias concretas). La individualización es un fenómeno más complejo y ambivalente de lo que solemos registrar.
–¿Y qué hay de la música? 
–Allí observé la tensión entre los marcos normativos e interpretativos machistas y androcéntricos y la presentación pública de modelos de femineidad que implicaban también una transformación en el repertorio de género y sexualidad. Esto se percibía en las situaciones de baile y en sus interpretaciones del sentido de las letras porque donde el sentido común de muchos analistas sólo observaba machismo, se vivían situaciones más variadas: desde posibilidades sexuales a ironías (y no siempre una agresión). Esto tiene que ver con lo anterior: sexualización, individualización, crítica de género son parte de un conjunto de transformaciones que tenemos que terminar de comprender y dimensionar. 

La protesta y la calle

En el último tiempo, Semán probó una gran destreza para la redacción de crónicas políticas. Allí, cosecha todos los frutos y las experiencias de un entrenamiento etnográfico que pone el acento en las protestas sociales desde una perspectiva sociológica y antropológica. El investigador-peatón camina las calles y construye interpretaciones acerca de las estrategias que utilizan los distintos sectores para expresar sus humores sociales, a partir de un concepto complejo de “política” que desborda las urnas y las elecciones.
–¿Por qué piensa que se movilizan los grupos sociales? 
–En la actualidad vivimos un proceso signado por la emergencia de nuevos eventos políticos masivos. No son insurrecciones inesperadas que transforman en su totalidad el orden político, pero tampoco actos partidarios cuyos organizadores conocen bien lo que ocurrirá, pues no tienen más consecuencias que fortalecer las filas del propio grupo. Se trata de acontecimientos que, entre otros factores, responden a un cambio en la escala demográfica de Argentina. Todavía seguimos pensando como si fuéramos una sociedad de 25 millones de habitantes. Incluso nuestras calles están diseñadas para aquellas escalas. 
–De modo que el trazado urbano y la organización del transporte realzan el valor de las multitudes.
–Estoy de acuerdo. Por otro lado, entre esos factores, se ubican las potencialidades de las nuevas tecnologías de la información y comunicación que facilitan los procesos de movilización. Son modos de organizarse que diluyen la frontera entre lo espontáneo y lo organizado. Y además está el hecho de que las movilizaciones generan resultados concretos en términos de las demandas de los grupos.
–Es decir que, como a menudo usted señala: “la calle da resultado”. 
–Exacto. Aunque no siempre son los mismos factores, siempre hay movilizaciones y en los últimos 15 años la gente ha comprobado la eficacia de la movilización política y social. En paralelo, cada uno de los grupos que demanda por alguna necesidad encuentra en distintos medios a sus espejos y amplificadores.
–Si las protestas sociales no son homogéneas y los grupos que asisten no siempre están unificados bajo los mismos intereses, ¿de qué manera conviven las heterogeneidades?
–Pienso que la heterogeneidad es causa y al mismo tiempo es consecuencia de la movilización política. Grupos que por distintas situaciones se ven aislados en sus contextos y pretenden visibilizar sus demandas salen a la calle, aunque su reclamo no pueda ganar masividad a través del voto. Al mismo tiempo, se produce un proceso de reconocimiento de particularidades e individualidades a partir de expresiones parciales. Por caso, eso funcionó de manera muy virtuosa durante la Ley de Matrimonio Igualitario. Sin individualismo no habría reivindicaciones de género, por eso no todo el individualismo equivale a neoliberalismo.
–Por último, ¿para qué investigar culturas populares?
–Los objetos de estudio de lo que suele llamarse “culturas populares” permiten comprender y hasta cierto punto predecir prácticas colectivas con una eficacia bastante mayor que otras líneas de estudio más tradicionales. Estudio religiones, literatura masiva o cumbia porque son claves en la formación de la sensibilidad social y política de buena parte de la población argentina. Comprender las “culturas populares” más allá del problema que tiene el concepto es inteligir parte importante de la sociedad. Temas menores en las jerarquías estéticas de los investigadores son de primer orden para comprender qué ocurre en nuestras poblaciones. El centro de gravedad no está donde habitualmente creemos que debería estar, sino en ciertas prácticas y en ciertos simbolismos. Agregaría que si las políticas públicas atendieran a esta clase de cuestiones y no a percepciones de sentido común sobre esos fenómenos, podrían ser mucho más eficaces (la política educativa, por ejemplo, se beneficiaría si utilizara visiones más realistas para criticar ilusiones que pueden ser tanto tecnocráticas como militantes). Por último, creo que investigar en ciencias sociales debe contribuir a mejorar las discusiones públicas. Localizar un punto de comunicación recíproca para los actores que operan en diversos conflictos. Esa es una posibilidad concreta de encuentro entre los cientistas sociales y los ejecutores de políticas educativas y culturales.


Arte y cultura, según Foucault



Ideas sobre el Arte y la Cultura de Michel Foucault


http://culturacolectiva.com/ensenanzas-de-michel-foucault-sobre-el-arte/





sábado, mayo 20, 2017

Juventud, divino tesoro


Otras juventudes


http://www.sophiaonline.com.ar/elogio-de-la-juventud/

Elogio de la juventud

No, los jóvenes de hoy no están perdidos. Hoy te compartimos las historias de quienes, a sus veintipico, decidieron protagonizar un verdadero cambio de paradigma a través de acciones posibles y cotidianas, en pos de un mundo mejor para todos.

“La juventud está perdida”, dicen. Hablan de nuestra adicción a la tecnología, de la cantidad de horas que pasamos en las redes y de nuestro déficit de conexión humana. De que somos inestables y no nos definimos, de nuestra supuesta “falta de responsabilidad” y de lo difícil que nos es conseguir trabajo. Pero debajo de esa carcaza de características generales, se esconden otras menos visibles y mucho más interesantes: las nuevas generaciones traen consigo una particular conciencia sobre el mundo, y la plasman con convicción en cada aspecto de su vida.




miércoles, mayo 17, 2017

La UBA entre las 50 mejores del mundo

https://www.clarin.com/sociedad/uba-50-mejores-carreras-diseno-sociologia-antropologia-mundo_0_Byf1kA2cl.html

La UBA, entre las 50 mejores carreras de diseño, sociología y antropología del mundo

Se conocieron  los resultados del estudio QS de universidades que mide la calidad por disciplinas.
La Universidad de Buenos Aires (UBA) sigue creciendo en los rankings globales que miden la calidad de las universidades. El año pasado había quedado en el selecto grupo de las cien mejores del mundo: en el puesto 85 y liderando la región en la medición de la consultora inglesa QS. Ayer, esa misma consultora desglosó cómo está cada una de las universidades en las diversas disciplinas, y la UBA quedó entre las primeras cincuenta -de entre 4.438 universidades- en Arte y Diseño (31º), Antropología (38º), Lenguas Modernas (dentro del ámbito de Filosofía, en el 38º) y Sociología (47).


viernes, mayo 12, 2017

Investigación social, La inseguridad,

Inseguridad

“Lo que se hace es crear miedo y luego sacar provecho de eso”

/www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-189391-2012-03-12.html
› EL INVESTIGADOR BRITANICO KEITH HAYWARD ANALIZA EL PAPEL DE LOS MEDIOS EN LA LLAMADA “INSEGURIDAD”

“Lo que se hace es crear miedo y luego sacar provecho de eso”

Impulsor de la “criminología cultural”, Keith Hayward critica las corrientes teóricas dominantes, que giran en torno de la policía, las cárceles, la vigilancia y las cámaras. Analiza cómo las dinámicas culturales se articulan con las prácticas del delito y su control. Y en ese marco, advierte, los medios juegan un papel fundamental. Las “soluciones” que se importan sin analizar las características de cada caso. El ejemplo paradigmático de las revueltas londinenses y las llamadas “pandillas”.
 Por Aruguete Natalia y Schijman Bárbara

¿De qué se trata la criminología cultural?
–La criminología cultural tiene que ver con cierta sensibilidad, con un estado de ánimo; no se trata de una simple posición teórica. Cómo entender la noción de criminología cultural o cómo abordarla tiene que ver con la posición que uno toma en lo que hace a cuestiones relacionadas con el crimen, el delito, y el castigo, pero también con la situación política –el capitalismo– y, especialmente, el consumismo, la justicia y la moralidad. Creo que gran parte de la criminología de hoy carece de moralidad.
¿En qué sentido?
–En que sólo promueve la justicia criminal. Y creo que el mundo necesita menos de justicia criminal y más de justicia social. Esta idea se contrapone a la organización de formas de justicia penal y a la criminología que las respalda. Se trata de un reto a esas posiciones, que, a menudo, tienen muy poco que ver con la justicia en la forma en que yo la percibo. Es en ese sentido que la criminología cultural se opone a las corrientes teóricas dominantes: la criminología institucional establecida gira en torno de la policía, las cárceles, la vigilancia, las cámaras, el control. seguir leyendo
La delincuencia y la cultura
https://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/subnotas/189391-58180-2012-03-12.html


Entrevista al sociólogo y jurista Roberto Gargarella
“Justicia es reparar lo que se ha roto”

Entrevista al sociólogo y jurista Roberto Gargarella “Justicia es reparar lo que se ha roto”

El aumento de las condenas no disminuye el delito

http://www.radiokermes.com/index.php/component/k2/item/2760-la-dureza-de-las-condenas-no-es-una-buena-politica-de-prevencion-del-delito


internet y escuela
https://www.pagina12.com.ar/3714-copiar-y-pegar-el-gran-metodo-para-hacer-la-tarea



sábado, mayo 06, 2017

Textos para ver

Para ver textos:


HISTORIA DEL PENSAMIENTO SOCIOLÓGICO                             
https://drive.google.com/file/d/0B5vy5DFhtf5FdGg4ZTlKbGQ1RVE/view?usp=sharing


LA INVESTIGACIÓN EN LAS CIENCIAS SOCIALES                        
https://drive.google.com/file/d/0B5vy5DFhtf5FT3FpYkF3TlcxbG8/view?usp=sharing

Guía para elaborar proyecto de investigación                 
https://play.google.com/books/reader?id=LULUBgAAQBAJ&printsec=frontcover&output=reader&hl=es_419&pg=GBS.PA9



SOCIOLOGÍA Y CULTURA                                                                     
https://drive.google.com/file/d/0B5vy5DFhtf5FZl9LNGxCbVBpcEk/view?usp=sharing


Introducción a las ciencias sociales
https://drive.google.com/file/d/0B5vy5DFhtf5FUU1BbVpkYi1aM28/view?usp=sharing´


Metodología de Investigación                                                                          
https://drive.google.com/file/d/0B5vy5DFhtf5FaERZbWZNbXVUX1BYb3RlTnplaWtva2pqZ3Bv/view?usp=sharing

Encuestas  El muestreo                                                                        

¿Qué es el muestreo?

El muestreo es el proceso de seleccionar un conjunto de individuos de una población con el fin de estudiarlos y poder caracterizar el total de la población.
La idea es bastante simple. Imagina que queremos saber algo de un universo o población, por ejemplo, qué porcentaje de los habitantes de México fuma habitualmente. Una forma de obtener este dato sería contactar con todos los habitantes de México (122 millones de personas) y preguntarles si fuman. La otra forma sería seleccionar un subconjunto de individuos (por ejemplo, 1.000 personas), preguntarles si fuman y usar esta información como una aproximación de la información que busco. Pues bien, este grupo de 1.000 personas que me permiten conocer mejor cómo se comportan el total de mexicanos es una muestra, y la forma en que los selecciono es el muestreo. seguir leyendo...                                                                                    

viernes, mayo 05, 2017

EFECTO REALIDAD El oficio de escribir


                             Investigación Periodística
                                  El oficio de escribir
EFECTO REALIDAD.                                                                                   CONECTATE

<iframe src="http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/Embebidos/index?id=128163&theme=light&titulo=1&desc=1&width=560&height=407" width="560" height="407"></iframe>

http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/encuentro?rec_id=128163


martes, mayo 02, 2017

Mentira la verdad - Conectate

Mentira la verdad - Conectate

Modernidad

http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=50590

Identidad

http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=50594

Historia
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=50596



El poder 1
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=108932
El poder 2
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=108933




Comunidad
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=108930

Conocimiento 1
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=108939
Conocimiento 2
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=108941

Patria
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=124180

Política
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=124181


Filosofía Aquí y Ahora
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=50205





Ciencias Sociales //Humanidades en carrera - Conectate



Ciencias Sociales  Pura Ciencia 4° 2da
https://youtu.be/fH67ThNZ7NQ



Humanidades en carrera -  Conectate                                                     3° 1ra

¿Cuáles son las ciencias humanísticas? ¿En qué consiste su estudio y cuál es su incumbencia en la vida cotidiana? Historias de quienes estudian, se graduaron o trabajan con carreras como Geografía, Ciencias Antropológicas, Filosofía, Bibliotecología y muchas otras.Una coproducción con la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA


Ciencias Antropológicas
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/encuentro?rec_id=123981

Edición
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/encuentro?rec_id=123989


Horizontes Ciencias Sociales                                                                3° 1ra
Ciencias Sociales/ Argentina
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/encuentro?rec_id=50730

La revolución industrial y su proyección en el Río de la Plata        3° 1ra







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lunes, mayo 01, 2017

Sociología del Deporte




Luna de Avellaneda


Genial declaraciòn de Bielsa sobre los medios de comunicaciòn


ENTREVISTA SOCIOLOGÍA DEL DEPORTE




Sociología Música Cumbia Cultura Popular

https://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-197149-2012-06-25.html

Cumbia villera
 PABLO SEMAN, DOCTOR EN ANTROPOLOGIA SOCIAL, INCURSIONA EN LA MUSICA POPULAR DEL CONURBANO

“La cumbia nos dice mucho de la realidad social”

Meterse en los barrio y sacarse de encima los prejuicios. Es la propuesta del investigador para entender la verdadera dimensión del fenómeno cumbiero. Aquí desmenuza el papel que juega ese género musical en la identificación cultural de los sectores populares. “Para conocer la forma en la que se educa sentimentalmente una buena parte de la población, debemos conocer la cumbia”, advierte.

 Por Leonardo Castillo
–Hace más de cuarenta años que la cumbia es un género musical socialmente masivo. ¿Por qué se tardó tanto en abordarla desde lo académico como usted y Pablo Vila lo hicieron en el libro Cumbia. Nación, etnia y género en Latinoamérica?
–En un principio, creo que existe una cuestión de prejuicio con la cumbia. El prestigio que adquieren los objetos sociales tiene que ver con los lugares por los cuales circulan. Muchas veces, los sociólogos y antropólogos que se dedican a estudiar fenómenos que poseen una baja valoración cultural hacen lo más fácil: convertirse en denunciadores de un acabose; profetas del apocalipsis. Si se analiza un hecho considerado de baja jerarquía, lo mejor es refugiarse en la descalificación. Pero para abordar la cumbia es necesario dejar esa lógica atrás. Se debe comprender que no se trata de un objeto menor, sino de un producto cultural que nos dice mucho con respecto a la realidad social argentina. La sociología de la música no puede limitarse a estudiar a un compositor de música clásica como es Alberto Ginastera. Para conocer la forma en la que se educa sentimentalmente una buena parte de la población del país, debemos conocer la cumbia.

–En el libro se recopilan varios artículos que hablan sobre la “negritud” como un elemento crucial en la construcción de la identidad de los grupos sociales en Latinoamérica. ¿Cómo se lleva a cabo este proceso?

–Lo que nos interesó no es tanto resaltar el tema del origen africano del género, sino en cómo se utiliza la identificación con lo negro. Por un lado, se le asigna a la cumbia una carga negativa, al identificarla como música de mala calidad, para gente de mala calidad, que genera consecuencias sociales desastrosas. Es una música de negros. Pero desde otro aspecto, lo negro también puede ser reivindicado como un valor positivo, exaltando los ámbitos de goce de los pibes que hacen cumbia villera. En definitiva, lo que debemos tener en claro es que la música es parte de la trama de producción y conjugación de los sujetos sociales.

–Algunos consideran que se trata de un género impuesto por una maquinaria publicitara. ¿Es así?

–Todos los géneros masivos tienen apoyos de las discográficas y de las estrategias publicitarias, pero hay un sistema de preferencias que es innegable. Acercarse a la cumbia es indagar en un fenómeno demográfico y territorial que determina una mirada sobre la vida. Lo que sucede es que muchas veces aproximarse al fenómeno puede resultar incómodo por las razones que mencioné antes. Ahora, ¿desde cuándo el lugar del investigador social debe ser cómodo? Pero además, es necesario decir que algunos de los fenómenos que se dan actualmente con la cumbia y con otros géneros es que surgen o se relanzan a través de las discográficas en un momento de crisis de esa industria.

–El rock nacional comenzó a estudiarse sociológicamente a partir de los años ’80. ¿Ahora le llegó el turno a la cumbia?

–El rock sirvió para modificar cierta visión que la sociología tenía sobre lo que debía estudiarse. Hasta hace treinta años, la disciplina estudiaba cuestiones como el trabajo, la política y la educación. Pero surgió la necesidad de comprender a los grupos sociales que manifestaban vocación de cambio. Se creía que ésa era una función que el rock debía desempeñar, se lo problematizaba de esa manera. Lo concreto es que esa mirada abrió la posibilidad de estudiar la influencia de otros fenómenos, como el de la música electrónica, lo indie, el rock chabón-barrial y también la cumbia. Digamos que el abordaje de la cumbia se agrega a una tendencia sociológica que se inició en los ’80 con el análisis de otros géneros.

–Usted fue uno de los primeros sociólogos que se preocuparon en indagar sobre el rock chabón. ¿Qué emparienta a ese estilo con la cumbia?

–El rock chabón es producto de un cambio que se produjo en los años ’90, con la llegada al género de otras voces, de otros oídos. Entre finales de los ’80 y principios de 2000, el rock generó múltiples variantes, procesos de diferenciación y se arraigó definitivamente en los sectores populares, extendiéndose hacia el segundo y tercer cordón del conurbano, algo que no había sucedido en los años ’70. Esta difusión fue posible también porque se hicieron accesibles los soportes, los equipos. Entonces, muchos pibes se largaron a tocar por todos lados. Ese proceso de ampliación por abaratamiento de los instrumentos es, en definitiva, lo que está presente en la cumbia, ahí existe un rasgo en común con el rock chabón, sin dudas. Otro es que los tópicos que abordaban las letras de ambos géneros son muy parecidos y tienen muchas cosas en común: básicamente, son crónicas de una crisis que el menemismo agudizó.

–¿En qué sentido?

–Mirémoslo así: cuando a mitad de los ’80, los Redondos cantaban “todo preso es político” en un recital para estudiantes de psicología en Palladium o en Cemento, todos sabíamos que se trataba de un concepto acuñado por teóricos anarquistas como Bakunin o Kropotkin. Pero diez años después, cuando el Indio Solari entona la misma canción en la cancha de Huracán, ante diez mil personas, ahí no hay anarquismo. Se trata de miradas comprensivas con respecto a quien sale a robar. El delincuente es percibido como una víctima de un sistema que lo marginó, que lo expulsó y no le dejó otra opción más que robar para sobrevivir. Ese mensaje también está latente en la cumbia villera, que se retroalimenta de y con el rock chabón. De ahí emerge una temática común sobre policías, drogas, miseria.

–¿La tragedia de Cromañón acercó más público a la cumbia en detrimento del rock barrial?

–No lo creo. El proceso por el cual los jóvenes se acercaron al rock chabón o la cumbia es similar y está emparentado. Pero es cierto que el rock chabón quedó cuestionado después de lo que pasó en Once, en diciembre de 2004. Hubo incluso músicos que dijeron que la tragedia estuvo directamente asociada con la calidad de lo que escuchaban esos jóvenes. Lo cual es, a mi entender, un despropósito. Ni la cumbia villera ni el rock chabón matan a la gente. Además, el juicio de un sociólogo no puede quedar pegado a criterios estéticos.

–Pero se dice que la cumbia villera es simple, evasiva.

–La verdad, cuando empecé a analizar este tema también afloró ese prejuicio en mí. Es algo así como decir “las letras son simples, la música también”. ¿Pero es verdaderamente así? Realmente, en términos estéticos no lo puedo precisar, no es la tarea de la sociología y sería aventurado hacerlo. Sin embargo, me parece que ése es un concepto que se lanza en el contexto de una sociedad en conflicto, donde parece que alguna gente debe ser reeducada, readaptada en función de sus consumos culturales. Esa visión no tiene en cuenta que la cumbia villera desarrolló temáticas distintas de las que abordó la cumbia colombiana y la santafesina, y que dialogó con el rock y la música electrónica. Allí, en esa intersección, existe un grado de complejidad que no puede ser desestimado desde la cultura “de lo culto”.

–¿La cumbia que estalló masivamente en los ’90, con figuras como Alcides, Pocho “La Pantera”, Ricki Maravilla o Gladys “la Bomba Tucumana”, era una expresión menemista opuesta al género que hoy se desarrolla en los barrios de los grandes núcleos urbanos del país?

–La cumbia casi siempre fue menoscabada. Es algo que viene desde los años ’50. Constantemente hubo una mirada censora, propia de las elites culturales y sociales. En los ’90 se genera un movimiento cultural de acercamiento entre las clases medias y los sectores populares. Hubo sectores que arribaron a la cumbia desde una postura paródica, bizarra. Y esto fue algo que explotó Menem, en parte como una estrategia de seducción que pretendía acercar a los sectores postergados y los más acomodados con las políticas de su gobierno. Eso es algo que pasó, efectivamente, mas no explica por sí sólo la gran ampliación que comenzó a darse con la cumbia hace veinte años.

–¿Y qué lo explica entonces?

–Entre 1970 y 1990 se produjo un crecimiento demográfico en el conurbano que superó incluso la gran transformación que se produjo en la región durante el primer peronismo. Hubo en ese período un montón de gente que se divertía como podía. Eran pibes que escuchaban y tocaban cumbia, otros hacían rock y a veces iban juntos a una iglesia pentecostal que había empezado a funcionar en el barrio. Se trató de un proceso que se impuso de hecho y se hizo muy visible. La cumbia comenzó a estar presente en el Gran Buenos Aires, desde hace por lo menos treinta años y en un momento no pudo disimularse más. De ahí que surgieran lugares como Terremoto Bailable y cientos de grandes boliches en el GBA. Podríamos decir que la cumbia ganó espacio hasta por peso demográfico.

–¿Cuándo puede fecharse el nacimiento de la cumbia villera?

–Su caldo es la convertibilidad, explota entre 2000 y 2001, pero aparece hacia 1997, cuando la convertibilidad entró en declive. Es un género que vino a imponer una ruptura con el estilo paródico y glamoroso de cumbia que se había impuesto con el menemismo. Las letras empezaron a ser más duras, crudas y a reflejar temáticas sexuales. En los barrios las cosas se pusieron duras y la música lo testimonió. A pesar de todo eso, la cumbia villera llegó a la TV, porque era negocio, desde luego, y comenzó a recibir críticas lapidarias. Se la identificaba con la marginalidad, el desaliento de la cultura del trabajo, la apología de la delincuencia, etc. Ahí se produjo un fenómeno interesante. Por un lado, el entonces Comfer amonestaba el contenido de las letras y, por el otro, los grupos como Guachín, Pibes Chorros o Piola Vago crecían en audiencia televisiva.

–¿En ese momento surge su interés por analizar la problemática de este género?

–Exactamente. Si la mirada académica sobre ese fenómeno era que “esos pibes no quieren laburar, son todos machistas y reivindican el delito”, había un problema. Mi mirada como sociólogo no podía ser tan coincidente con lo que expresaba el Comfer, había algo que estaba mal. Si eso era así, los investigadores sociales nos habíamos convertido en el brazo intelectual de la Policía. Había que entender, que interpretar, dar cuenta de un fenómeno nuevo. No nos podíamos quedar con lo que nos resultaba chocante e instalarnos en la comodidad del denuesto fácil.

–Pappo dijo una vez que cuando una sociedad escucha cumbia es porque está en crisis. ¿Cómo se explica un argumento tan descalificador haya venido desde el rock?

–También se postuló esa idea desde distintos lugares del rock, no fue sólo Pappo. Creo que la reacción contra la cumbia se basaba en la necesidad de defender una posición en el mercado ante la emergencia de otro estilo musical que comenzaba a ganar posiciones. También se daba esto de sostener que el rock era el único estilo capaz de portar un mensaje, cuando en verdad eso es común a todos los géneros. Lo que existía en esos discursos eran estrategias de autolegitimación. Sin embargo, creo que eso cambió.

–¿Por qué?

–La idea de que los géneros y los estilos son compartimientos estancos está cada vez más en cuestión. Hoy por hoy, las personas que consumen música lo hacen desde un gusto muy diversificado. El criterio de legitimidad que actualmente existe está basado en la heterodoxia. Hace diez años, cuando Pappo dijo eso, tal vez había una necesidad de sentirse identificado con una sola cosa, con una tribu. El que escuchaba metal escuchaba sólo eso y nada más. Ya no es así. Asistimos a un diálogo de géneros y clases, que se verifica, por ejemplo, en los jóvenes de clase media o media alta cuando tocan cumbia electrónica. Desde una actitud paternalista, puede ser, pero el intercambio cultural cruza hoy todos los niveles. Eso es lo interesante.

–La cumbia villera expresa en sus letras cuestiones que también están presentes en músicas que se interpretan en otros lugares del mundo. ¿Es una versión argentina de un fenómeno global?

–Es probable. En el momento que surge la cumbia villera en el conurbano también cobra gran masividad el hip-hop en Estados Unidos, el funky en Brasil y los narcocorridos en México. Son versiones que se remiten a la reconstitución de la experiencia urbana. Se trata de expresiones de sujetos que son excluidos del mundo del trabajo e incluidos en circuitos de criminalidad, pero también de consumo y de producción. Versiones que reflejan un quiebre de una forma de organización social, pero a su vez, que pueden ser posibles porque se da una democratización de los artefactos de producción. Son géneros que exhiben una contradicción entre la exclusión social y la habilitación a producir música en función de los bajos costos que se verifican.

–¿El sexismo también es algo que está presente?

–Es un elemento presente en todos los géneros, sobre todo en el rock. ¿Alguien podría decir que “El blus del levante” no tiene una temática sexista? Se presupone que las mujeres que escuchan esas letras en el rock tienen elementos culturales que les permiten identificar eso como un juego, en cambio, las chicas que son receptoras de esos mismos tópicos en las bailantas no pueden hacerlo, porque no pueden jugar. Eso es falso. La sociedad argentina vive un proceso de agitación de la temática sexual que es independiente de los sectores sociales. El sexo es tema de interés por sí mismo. Cito un caso: haciendo una investigación de campo, en un barrio del sur del Gran Buenos Aires, me encontré un día en una iglesia pentecostal donde una pastora organizaba cumpleaños colectivos para las chicas de 15 años y les regalaba lencería erótica. Si eso pasa en una iglesia, en un templo, demuestra lo presente que está la sexualidad como tema en la vida cotidiana. No entenderlo así es quedarse en una visión cómoda y decadentista sobre el sexismo. La cumbia no hace más que mostrar un proceso de activación sexual, presente en los sectores populares, pero que se extiende hacia otros estratos. No estamos solo ante el machismo de los cumbieros. El tema es que sexo, placer y emancipación no son la misma cosa, sencillamente, porque mucha gente siente el goce en la subordinación.

–En investigaciones anteriores se abocó a indagar sobre las creencias populares. ¿Qué relación existe entre la religiosidad y la cumbia en el conurbano?

–Las transformaciones que tuvieron lugar en ese espacio demográfico fueron muy rápidas y las instituciones tradicionales aún no pueden satisfacer de forma eficaz las demandas que surgen en el GBA. La multiplicidad de los templos pentecostales en la región tiene que ver con que los pastores llegan a los barrios más rápido que la Iglesia católica. Abrir una parroquia requiere un procedimiento eclesiástico muy largo, que puede llevar hasta décadas. No obstante, las necesidades espirituales siguen presentes, y la gente acude a quien les ofrece una respuesta, una contención. Ahí aparecen los cultos evangélicos o los santos populares. Con la cumbia pasa lo mismo, la industria del entretenimiento también llega tarde a los lugares en los cuales se demandan bienes culturales. Los que sucede entonces es que la gente de los barrios, y sobre todo los jóvenes, van generando sus propios espacios para divertirse. En La Matanza, en Lomas de Zamora o Don Torcuato hay lugares donde la gente la pasa bien y disfruta, y estoy seguro de que los teóricos que definen a la cumbia como sexista, simple o pobre, no tienen ni idea de lo que sucede en esas localidades en un fin de semana. Después de mucho ver estas cosas creo que la producción cultural debe ser observada desde el punto de vista de la existencia de una producción local y no sólo acentuando determinantes externos de otras escalas.

–¿La escala tradicional de lo que se percibe como altos valores culturales está perdiendo prestigio?

–Me parece que ya son pocos lo que necesitan que una figura intelectual les diga si está bien o mal consumir determinadas expresiones artísticas. No hay una visión cultural unificada y la gente tiene menos vergüenza de producir sus productos culturales y difundirlos. Y lo mismo sucede con lo espiritual, los fieles se acercan a una liturgia que los representa, que interpreta sus vivencias y sentimientos y lo hacen sin culpa


Investigar lo popular


Investigador del Conicet, doctor en Antropología Social, profesor del Instituto de Altos Estudios Sociales y de la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín, Pablo Semán dedicó su trayectoria académica a indagar sobre los fenómenos religiosos, musicales y literarios que se desarrollan en las clases populares. Es autor de libros y artículos publicados en Argentina, Francia, Estados Unidos, Canadá y Brasil, país donde residió y se formó como antropólogo en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, en Porto Alegre.
Cumbia. Nación, identidad y género en Latinoamérica, es una compilación que realizó junto al investigador Pablo Vila. Es un trabajo que intenta comprender el papel que juega ese género musical en relación con las identificaciones sociales, nacionales y étnicas. El trabajo forma parte de una colección dirigida por el propio Semán, denominada “Música y Sociedad”, que indaga sobre la forma en la cual las expresiones musicales se articulan con los procesos sociales.



Para qué sirve la Sociología?

https://www.clarin.com/politica-y-economia/marx-durkhiem-weber_0_H1D9Mdswmx.html

http://www.contextopsicologico.com/pdf/contexto14.pdf

Lucas Rubinich


¿Qué hace un Sociólogo?

https://radiouniversidad.wordpress.com/2010/06/25/%C2%BFque-hacen-los-sociologos-responde-lucas-rubinich/


http://wiki.sociales.uba.ar/que-es-la-wiki-sociales/

http://metodoss.com/investigacion-social/


http://www.cse.udelar.edu.uy/wp-content/uploads/2016/12/01_FCS_Batthianny_2011-07-27-lowres.pdf

https://abcproyecto.files.wordpress.com/2013/06/de-souza-minayo-2007-investigacic3b3n-social.pdf