viernes, junio 23, 2017

Campus 2018 Cenard






Cada vez menos libres Sujetos muy sujetados





Entrevista al pensador Eric Sadin antes de su visita a la Argentina
“El tecnoliberalismo se lanza a la conquista integral de la vida”
https://www.pagina12.com.ar/45754-el-tecnoliberalismo-se-lanza-a-la-conquista-integral-de-la-v
El autor del ensayo La Humanidad Aumentada señala que allí donde el capitalismo encuentre un espacio vacío, sea un paseo en el bosque o una cena entre amigos, se va a introducir para sacar provecho de ello a través de los objetos conectados.
“La figura del ser humano como ente libre y autónomo se aleja cada vez más en beneficio de sistemas
 que deciden por nosotros”, sostiene Sadin. 

Desde París

Pocos se animarían a afirmar que somos unos sometidos integrales, en plena pérdida de nuestras libertades,
 totalmente abiertos a que nos colonicen hasta las venas, sin la más mínima conciencia o voluntad para 
entender el desastre que nos acecha y adeptos indolentes a que nuestras existencias se vuelvan un negocio
 planetario para una elite que nos vendió una narrativa tramposa. El pensador francés Eric Sadin lo hace abierta,
 rigurosa e insolentemente a través de una obra cuyo eje es la crítica a las industrias digitales, a lo que él llama
 el tecnoliberalismo. Internet, objetos conectados, inteligencia artificial, aplicaciones, nuestro guía supremo,
 Google, y otras ideas de la modernidad que se presentan como aportes para el desarrollo de la humanidad no 
son, en realidad, más que una inagotable industria que hurga nuestras esencias humanas con una sola 
intención: llenar las arcas de los intereses privados. Los tecno fanáticos se no estarán de acuerdo, pero el 
pensamiento de Eric Sadin sí se inscribe en esa estrecha franja -por no decir heroica minoría-que levanta su voz
 para, sin derrotismos, denunciar un sistema ladrón y abusador. La editorial argentina Caja Negra nos ofrece el 
insolente beneficio de poder leer uno de los libros mayores de Sadin, La Humanidad Aumentada, La 
administración digital del mundo. Esta obra traza los rumbos de una interconexión integral entre los seres
 humanos. Es un retrato de las vertientes más alucinantes y privativas de la llamada “revolución digital”, 
aquellas que cartografían permanentemente cada palmo de la existencia humana y que la modernidad, en una 
suerte de negación colectiva, toma como una fuente de la salvación reactualizada. Lejos, muy lejos de ello,
 asegura Sadin. Se trata, más bien, del nacimiento de una “humanidad paralela” cuya piedra fundadora es el flujo
 de conexiones inteligentes, exploradoras de las intimidades humanas, y cuya pretensión central consiste en
 administrar los destinos humanos del siglo XXI. La famosa computadora de la película Odisea 2001 del Espacio
 de Stanley Kubrick, Hall 9000, salió de la nave Discovery One para instalarse en el corazón de nuestras vidas y
 administrarlo todo, espiarlo todo y tratar de cambiar nuestros gustos y nuestras inclinaciones existenciales. El 
robot inteligente rige nuestros destinos. En este ensayo elegante y preciso, Sadin desenvuelve la trama de ese
 “otro” que está detrás de nosotros y se apodera, cada día y con nuestra complicidad, de nuestra esencia 
humana. 

Antes de La Humanidad Aumentada Eric Sadin escribió otros dos libros, Surveillance globale (Vigilancia Global)
y La Société d’anticipation (La Sociedad de Anticipación), y después otras dos obras más:La vie algorithmique :
 Critique de la raison numérique (La Vida Algorítmica, Crítica de la razón digital), y La silicolonisation du monde :
 L’irrésistible expansion du libéralisme numérique (La silicolonización del Mundo:el irresistible ascenso del
liberalismo digital). El autor francés expondrá La Humanidad Aumentada y los otros libros durante La Noche de la
 Filosofía, en Buenos Aires. Eric Sadin estará presente este sábado en Sarmiento 151 a partir de las 19 hs. En
esta entrevista con PáginaI12 en París, el pensador francés nos ofrece un apasionado cuadro crítico de nuestras
 inocencias y del dinero y el control que los amos de la Silicon Valley obtienen con ello. 
–¿En qué aumentó la humanidad con las tecnologías de la información? ¿Y en beneficio de quién?
–A finales de los años 90 vivimos lo que se conoce como la era del acceso, es decir, la capacidad para millones
 de individuos de tener accesos a corpus de textos, de sonidos y de imágenes. Esa era no ha cesado de
amplificarse, pero ahora estamos en otra era: la era de la digitalización de la vida. Ya no se trata más de
digitalizar el sonido, la imagen o los textos sino la vida misma. Estamos ahora exactamente en ese presente,
 en la era de los censores, de los objetos conectados y de la inteligencia artificial. Esto nos lleva a que, si no
tenemos cuidado, todos nuestros gestos más íntimos serán escrutados: los censores en mi cama informarán
sobre mi sueño y, al igual que los espejos inteligentes de Microsoft, habrá otros censores que informarán sobre
mis estados y, con ellos, sobre toda mi intimidad. Los censores estarán presentes en todas las superficies de lo
 real. Vamos hacia un testimonio integral de la vida, pero ese testimonio es, de hecho, una explotación con dos
finalidades: la primera, consiste en instaurar un nuevo estado del capitalismo, lo que he llamado el
tecnoliberalismo, cuyo propósito es no dejar ningún lugar vacío de la existencia, es decir, se trata de lanzarse a
la conquista integral de la vida. Con censores a lo largo de toda la superficie de la vida se llega a rentabilizar, a
 monetizar todo el       conocimiento comportamental. Ello acarrea de hecho la mercantilización integral de la
vida. Por ejemplo, una balanza conectada no es sólo la curva evolutiva de mi peso sino, también, a través de
aplicaciones, la inclusión, la oferta,en función de mis estados, de complementos alimentarios o de estancias en
 las montañas. Los mismo va ocurrir con los demás objetos conectados:detrás está la idea de una enorme
potencia para penetrar en nuestros comportamientos y, mediante sistemas de inteligencia artificial, sugerir
ofertas, bienes o servicios adaptados a cada perfil y a cada instante de la vida cotidiana. Allí donde el
capitalismo encuentre un espacio vacío, sea un paseo en el bosque o una cena entre amigos, se va a introducir
 para sacar provecho de ello a través de los objetos conectados. El horizonte que se nos viene encima es el de
la capacidad de mercantilizar todos los momentos de la existencia humana. Es el estado último del capitalismo.
 Fíjese en Google. Nació con el negocio de las palabras claves y ahora está en el de la cartografía en 3D, en el
mercado de la salud, de la educación, está presente con la Google Car y la casa conectada. Google y la
industria digital anhelan conquistar toda la vida. Ello pasa, primero, por el conocimiento fino de los
comportamientos de cada individuo, de manera evolutiva, detallada y a escala global. Ese es el modelo y,
paradójicamente, ese modelo es celebrado por toda la sociedad  cuando, en realidad, su efecto mayor radica en
 reducir la vida y al ser humano a un objeto perpetuamente mercantil y condenado eternamente a ofrecer el
testimonio de su vida. La segunda funcionalidad de este medio ambiente tecnológico apunta hacia la
organización algorítmica o automatizada de sectores cada vez más extensos de la sociedad. El ejemplo más
reciente es de las empresas piloteadas por los datos, el Data Driven. Con la arquitectura tecnológica como
base, este dispositivo torna visibles y en tiempo real las performances y dicta las acciones humanas en relación
 con la eficacia constatada, los parámetros y los algoritmos. Esos sistemas niegan la espontaneidad humanas,
la creatividad y la capacidad de las personas que trabajan para determinarse de forma regular. Los seres
humanos se ven así transformados en robots de carne y hueso. Esto conduce a que sean pisoteadas la dignidad
 y la integridad humanas. Pasamos así de la era del acceso, donde solo se trataba de acceder a los documentos
 y a comunicar con otros individuos, y la de ahora, donde el conjunto de la vida es captada para ganar dinero
con ello y optimizar la producción. La figura del ser humano como ente libre y autónomo se aleja cada vez más
 en beneficio de sistemas que deciden por nosotros. 
–Las nuevas tecnologías o las tecnologías de la información funcionan de hecho como una trampa 
engañosa. 
–Sí, todo esto es el resultado de la tan celebrada innovación digital. Es la nueva heroína de nuestro tiempo, cuyo
 modelo proviene de la Silicon Valley. Pero parece que nadie está dispuesto a medir la amplitud de sus
consecuencias, incluso más allá de sus ventajas, que son muchas, no lo niego. La socialdemocracia y los
demás sistemas políticos liberales han convertido a la innovación digital en una suerte de diosa. La izquierda y
la derecha celebran la duplicación de ese modelo y nadie piensa en su impacto: todos buscan duplicar el modelo
 de la Silicon Valley. Esto se plasma en lo real a velocidades exponenciales. Y este carácter exponencial va
más allá de la velocidad misma: de hecho, lo que produce es la muerte de lo político, es decir, la capacidad
humana para determinarse, libre y concertadamente, o en plena contradicción. 
–¿Y cómo se explica esta sumisión? Si miramos la historia humana ésta es la historia permanente de 
una revuelta. Sin embargo, frente a estas tecnologías invasivas, no hay reacción ante lo que usted llama
 “el órgano sintético”. En suma, ¿por qué nos sometemos tan fácilmente a la esclavitud tecnológica? 
–Creo que se debe a que nuestra representación de lo digital sigue estando marcada por la era del acceso. La
 mayoría de los individuos conocieron el universo digital y el acceso a internet a finales de los 90. Había que ser
 un protestón para no encontrar en esas tecnologías algo formidable. Pero hoy estamos en otra era más nociva y
 aún no tenemos plena conciencia de ello. Seguimos inmersos en la fascinación digital como un instrumento
para acceder, para hacer que ciertos aspectos de la vida sean más ligeros sin ver que hay detrás un poderoso
movimiento que aspira a conquistar nuestras existencias, meterse en cada sector de la vida. Debemos tomar
distancias frente a la digitalización: no se trata solamente de un simple acceso. Hay que tomar conciencia de
que lo que se está instaurando es un asistanato permanente de la vida mediante sistemas desarrollados por la
industria que sólo piensan en su provecho. Fijémonos en lo que pasa con los asistentes digitales como Siri o
Google Homme: ¿qué pretenden? Pues simplemente orientarnos permanentemente hacia productos. Ello
desemboca en la monetización de los conocimientos de la existencia. Esa es la dimensión actual. Nuestra vida
 integral está cuantificada. La inteligencia artificial, por ejemplo, lo que hace es presionar al ser humano, sea con
 fines comerciales o para optimizar las decisiones. Se trata de una negación de los principios humanistas, del
libre albedrío de los seres humanos y de las bases de la vida que nos permiten decidir individual y
colectivamente. Se trata de un vasto movimiento que tiende a hurtarnos la capacidad de decidir. 
–Pagamos por el objeto conectado que nos espía y nos vigila. Estamos regalando nuestra libertad. 
–Así es. En todos los regímenes socioliberales hay un consenso en torno a la industria digital: se piensa que la
economía de los datos y de las plataformas es el modelo radiante e insuperable de nuestro tiempo. Los
responsables políticos, las grandes escuelas, las universidades, todo el mundo afirma esto. No hay ninguna
distancia crítica ante este movimiento. Hasta los mismos textos legislativos están escritos en respaldo a la
economía de los datos. ¿Qué podemos hacer? Los seres humanos debemos actuar y hacer valer nuestros
derechos, concebir discursos críticos, exigir auditorías en el trabajo, en la educación, en las plataformas
digitales. El reemplazo, bajo la presión de la industria, del libro por el libro digital en las escuelas es un
escándalo. Hay que movilizarse y afirmar que no queremos compartir en su totalidad el porvenir que nos está
construyendo la industria digital: hay otros modelos de organización de la sociedad alejados de esa búsqueda
integral y compulsiva del provecho. 
–En su otro libro La Vida Algorítmica usted trata de esa segunda tecnodictadura que es la modelización 
de todo el espectro de lo real. Es otra crítica a la emergencia de esa humanidad paralela que surge con el
 universo digital. 
–Si, lo que hago es describir cómo nos dirigimos hacia una cuantificación constante de nuestras existencias,
cómo funciona la utilización de esa cuantificación y la inserción, la filtración o la inmisión de la industria digital
como acompañante de nuestras existencias. Estos fenómenos son a la vez singulares y masivos.
Lamentablemente hay muy pocos discursos críticos. Necesitamos distancia y posturas criticas, en la acción y
en el pensamiento ante este movimiento masivo que apunta a orientar la existencia en beneficio de intereses
privados. 
–Su último libro, la Silicolonización del mundo, elabora una mirada critica sobre ese espacio mitológico
 que es La Silicon Valley. En ese lugar de California nació el buen rock, abundaron los hippies, se 
plasmó cierta idea de la libertad y, también, emergieron las nuevas tecnologías. Nuestro presente nació 
allí y, con él, un modelo de desarrollo muy cuestionable: la startup. Para usted se trata de una utopía 
social falsa. 
–Los peligros de la silicolonización del mundo están en esta paradoja: el corazón de la innovación tecnológica
digital está en California del Norte, en la famosa Silicon Valley. La Silicon Valey sueña con que su radioso
modelo económico sea duplicado en todo el mundo. No se admite que ese modelo de las Startups es invasivo y
 falso. La base de ese modelo es la famosa publicidad “hay una aplicación para cada cosa”. El modelo funciona
  justamente así, con la aspiración a que todo sea negocio. Es un modelo económico que no acepta que existen
 lugares vacantes en la existencia. Ese modelo se ha vuelto el horizonte económico, político y social de nuestro
 tiempo. Pero ese esquema no acarrea un cambio de sociedad sino la transformación de la civilización fundada,
en adelante, sobre la colecta ininterrumpida del conocimiento humano, de nuestros comportamientos, la
cuantificación y la mercantilización de las existencias así como la organización automatizada y algorítmica de la
 sociedad: su única ambición es satisfacer los intereses privados y sacarle al ser humano su capacidad para la
determinación. No es una casualidad si la industria digital afirma hoy que en un mediano plazo es la inteligencia
artificial la que administrará todos los sistemas y los rincones de la vida. No podemos aceptar esto. La industria
de la Silicon Valley desarraiga lo político y los valores humanistas vigentes desde hace siglos. 
–Usted los trata de colonos. 
–Sí, desde luego, pero lo peor es que no se trata de una colonización forzada, violenta, sino de una colonización
 anhelada por todas las socialdemocracias. Es una silicolonización de los espíritus celebrada universalmente.
Esa es la paradoja. 
–¿Qué quieren hacer ellos con el Siglo de las Luces, con Diderot, Voltaire, todos esos pensadores que 
tanto reflexionaron sobre el ser humano, los derechos, el individuo, el sujeto histórico, la democracia?
 ¿Qué pensamiento puede salvarnos de la sumisión tecnoliberal? 
–Ese modelo apunta a la erradicación de la figura del individuo fundada sobre la autonomía del juicio y su
capacidad para determinarse libremente gracias a toda la potencia sensible de su cuerpo. Se quiere eliminar
cierta esencia humana en provecho de sistemas orientados a satisfacer beneficios privados. Está emergiendo
una nueva civilización sin críticas, ni contradicciones, ni análisis sobre lo que está en juego. Es increíble.
La paradoja histórica es inquietante. Debemos innovar con una respuesta y oponernos al ascenso poderoso de
los héroes de la Silicon Valley y de la industria digital. No debemos aceptar que conquisten y colonicen toda la
 existencia. No podemos aceptar que un puñado de individuos administren la existencia humana de la A a la Z.
 Ellos afirman que actúan por el bien de la humanidad, pero no es cierto. No le corresponde al tecnoliberalismo
la tarea de tener entre sus manos el curso de la vida, del porvenir, de forma integral y a escala global. Nos
corresponde a nosotros. Es nuestra misión, no la de ellos.

Éric Sadin

Filósofo

Ensayista y filósofo, Éric Sadin es una de las personalidades francesas más renombradas de la actualidad 
entre quienes investigan la denominada “subjetividad digital”. Se ha ocupado en diversos escritos de trazar 
un diagnóstico de la sociedad contemporánea y de sus prácticas en función del impacto que los artefactos
 tecnológicos producen en la humanidad. Entre sus libros –que cada vez generan más entusiasmo en la crítica
 y suman más lectores– se encuentran: Surveillance globale. Enquête sur les nouvelles formes de contrôle
 (2009), La société de l’anticipation (2011), La humanidad aumentada (2013, Premio Hub al ensayo más 
influyente sobre lo digital), La vie algorithmique y La silicolonisation du monde (2015). Éric Sadin desarrolla 
además tareas de docencia e investigación en distintas ciudades del mundo y publica regularmente artículos
 en Le MondeLibérationLes Inrockuptibles y Die Zeit, entre otros medios.


Alta Cumbia Cine Cultura Popular

Cristian Jure presenta Alta Columbia

https://www.pagina12.com.ar/13049-el-sonido-de-la-desigualdad

El preestreno de Alta Cumbia en la Villa 20 de Lugano
El sonido de la desigualdad
La película de Cristian Jure se estrenará en cines este jueves, pero tuvo su presentación oficial en el mismo lugar donde fue filmada. Alta cumbia no es un documental: es un retrato de la realidad de quienes viven allí, con ellos mismos como protagonistas.
Por María Daniela Yaccar
La película se presentó en la canchita de la villa, con los vecinos armando una fiesta.
"La película se presentó en la canchita de la villa, con los vecinos armando una fiesta. Imagen: Leandro Teysseire
"Esta es la primera película comercial que estrena en una villa”, había dicho Cristian Jure a los medios antes de que Alta cumbia, homenaje a la cumbia villera, llegara a la pantalla de una canchita de la Villa 20, de Lugano. Lo que ocurría en el film –una sucesión de testimonios de ídolos populares y hits del género, enlazados por una ficción– no podía estar más en sintonía con la geografía. La canchita, esta noche copada por sillas de plástico, está a metros del Parque Indoamericano y no muy lejos del barrio Papa Francisco, tristemente célebres por ser el epicentro de una desigualdad y una injusticia que, como queda expuesto en la película, la cumbia villera se ocupó de retratar cuando el país se vino abajo. Poco antes de las 20, el barrio se congregó para reconocerse en una historia, la de un género musical. Y un poco, también, la propia.
Desde temprano, una DJ pasaba temas de Meta Guacha, Damas Gratis, Pibes Chorros y Los Gedes, entre otros grupos fundamentales de comienzos del siglo. En la villa, con esa banda sonora de fondo, jugaban al vóley y al fútbol, y el público empezaba a agruparse en la canchita. Era el escenario natural para el estreno de Alta cumbia, una película de negros (que desde el jueves se verá en cines). No sólo porque las canciones que la van hilando, los personajes que aparecen y sus historias tienen todo que ver con el olvido que padecen estos barrios, la estigmatización que padecen sus habitantes y la carencia y la lucha que son parte del día a día. No sólo porque la película persigue el objetivo de bucear en los orígenes de la cumbia villera, en términos cronológicos, conceptuales, territoriales. No sólo por eso, sino también porque gran parte de la película se rodó allí mismo, en la Villa 20, con la colaboración de su gente.
Ocurre que, contrariamente a lo que podría pensarse –ya que, quizás, hubiera sido la salida más fácil–, Alta cumbia no es un documental. Aunque casi. Es una ficción con contenido documental. Y en esa ficción, con la Villa 20 como escenario, los vecinos se integraron como actores. Hicieron de extras o compusieron diversos papeles.
Por eso, así como aplaudían eufóricos y cantaban himnos como “Los dueños del pabellón”, “Alma blanca” o “La marca de la gorra”, mientras tomaban cerveza –la noche estaba ideal para una helada–, no podían evitar descostillarse de risa cuando alguno de ellos aparecía en la pantalla. Por ejemplo, Cacho. Un hombre que antes de que comenzara el film les gritaba a los policías que andaban merodeando por la zona, y así hacía carne una de las máximas de la cumbia villera: que el cana es botón. Eran cinco los uniformados que recorrían los alrededores de la canchita, a la que se accede por rampa o escalera bajando por la avenida Escalada. Cacho les gritaba a los policías: “Estos giles no tienen cabida acá”. Entonces después contó, no sin cierto orgullo, que había actuado en la película, como muchos de sus vecinos. Que filmaron en su casa, que le dieron un guión y que estaba por verse por primera vez. “Es un protagonista”, lo descansaba una mujer. Entonces, cuando Cacho apareció en pantalla grande, como los otros personajes del barrio –algunos actuando, otros haciendo sus labores cotidianas–, la platea estalló en risas. Daba la impresión de que se sentían doblemente representados: por la música que sonaba y porque ellos mismos estaban metidos en el relato.
Se percibía que estar allí era una suerte de cita obligada para los habitantes de la Villa 20, territorio de promesas de urbanización desde hace décadas. A los que pasaban caminando, distraídos, al parecer yendo a hacer otra cosa, alguno les decía: “¿qué hacés que no estás viendo la película?”. En medio de la apacible noche, mientras el film transcurría, de los pasillos oscuros y angostos salía exactamente la misma música: cumbia villera. Muchos vecinos se ubicaron en el pasto alrededor de la canchita, y en las butacas sobresalían los niños. En la previa, adolescentes y adultos habían rodeado, para sacarse fotos, al carismático cantante de Mala Fama –sentado después en primera fila– y al de Flor de Piedra, grupo que dejó uno de los hitos de la cumbia villera, el que dice “vos sos un botón, nunca vi un policía tan amargo como vos”. Hito que compuso la figura más relevante de este fenómeno, al que se reconoce como fundador legítimo: Pablo Lescano, cantante de Damas Gratis (ex Flor de Piedra), ausente esta noche en el barrio, para la decepción de un pibe de alrededor de doce años, fanático, que lo esperaba. El director de la película, Jure, y el titular del grupo Octubre, Víctor Santamaría, estuvieron presentes y dieron inicio al evento.
El hilo narrativo de Alta cumbia es la historia de Fanta (Martín Roisi, del grupo Fantasma), un exitoso joven de clase media, que trabajaba en una productora hasta que llegó la crisis de 2001 y terminó viviendo en la villa, vendiendo CDs pirateados. Uno de sus ex jefes un día lo vuelve a buscar, para proponerle la realización de un documental sobre cumbia villera. Fanta acepta, muy a menudo abrumado por la tensión que se genera con los productores chetos y rubios, que nada saben del corazón de este fenómeno cultural, presentado aquí como uno que gritó la miseria, que retrató la verdad “de la gente humilde, de la vagancia” (como dice Hernán Coronel, de Mala Fama), la decadencia de un país, su crisis política y social. Y que hasta fue censurado por el COMFER, por supuestamente hacer apología de los excesos. Con intensos testimonios de todos los exponentes de esta música –los líderes de Damas Gratis, Pibes Chorros, Pala Ancha, Re Piola, Mala Fama, Yerba Brava, Los Gedes, Supermerk2, Meta Guacha y otros– y con imágenes de bailantas y cumbia a todo trapo, la película es un homenaje sin reveses, con ritmo y sustancia. Con el peso de la verdad.

jueves, junio 22, 2017

Tecnologìa y control social. Sujetos sujetados


“Las tecnologías digitales debilitan la capacidad de decidir”

Eric Sadin analiza en su obra, y en esta nota, las relaciones entre el individuo, la sociedad, los datos, los programas, los iPhones o los smartphones, los grandes sistemas que deciden por sí solos y la amenaza de los Data Center.
Ya no estamos solos. Un doble o muchos dobles nuestros persisten en los incontables Data Center del mundo, en las redes sociales, las memorias gigantescas de Google, de Facebook o de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, la NSA. Es lo que el ensayista francés Eric Sadin, uno de los autores más proféticos y brillantes en el análisis de las nuevas tecnologías, llama “la humanidad paralela”. Este ensayista francés no comete la tontería de agitar espantapájaros triviales a propósito de nociones como el “transhumanismo”. Tampoco se refiere a la fusión física entre el ser humano y las máquinas, el famoso ciborg, ni ahonda en la tesis del fin de una humanidad recuperada o salvada mediante soportes numéricos. No. Eric Sadin piensa de manera magistral las relaciones entre el individuo, la sociedad, los datos, los programas, los iPhones o los smartphones, los grandes sistemas que deciden por sí solos y la amenaza de los Data Center.
En cada uno de sus libros anteriores, Surveillance Globale, La Société de l’anticipation, Eric Sadin ha explorado como pocos las mutaciones humanas inherentes a la erupción de la hiper tecnología en nuestras vidas. Lejos de contentarse con un anecdotario trivial de los instrumentos tecnológicos que surgieron desde hace décadas, Sadin los piensa de una forma inédita. Su último libro, L’Humanité Augmentée, L’administration numérique du monde (La humanidad aumentada, La administración digital del mundo), explora la capacidad cada vez más creciente que tienen los dispositivos inteligentes para administrar el rumbo del mundo. El libro ganó en Francia el Hub Awards 2013, un premio que recompensó al mejor ensayo del año.
La obra navega fuera de los senderos evidentes. Ni elogio fúnebre de la especie humana ni cántico de rodillas a las nuevas tecnologías, sino una reflexión pura que demuestra que nos encontramos en un momento crítico de la historia humana. Para Eric Sadin, Hal 9000, la computadora súper potente que en la película 2001 Odisea del Espacio equipa la nave Discovery, ha dejado hace mucho de ser una ficción: Hal 9000 ha sido incluso superada por la tendencia actual hacia una “administración robotizada de la existencia”. GPS, iPhone, smartphone, sistemas de gestión centralizados que deciden por sí solos, trazabilidad permanente, todo confluye en la creación de lo que el autor llama un “órgano-sintético que repele toda dimensión soberana y autónoma”. En esta entrevista con Página/12, Sadin analiza ese doble tecnológico que nos facilita muchas cosas al tiempo que nos acecha al punto de transformar nuestra humanidad.

–Eric Schmidt, el presidente de Google, dice en su último libro The New Digital Age que “acabamos de dejar los starting-blocks” de la revolución numérica. Usted, al contrario, estima que la revolución digital se acaba. ¿Fin o nueva fase?

–La década actual señala el fin de lo que se llamó “la revolución digital”, que empezó a principios de los años ’80 mediante la digitalización cada vez más vasta de lo real: la escritura, el sonido, la imagen fija y animada. Ese amplio movimiento histórico se desplegó paralelamente al desarrollo de las redes de telecomunicación e hizo posible el advenimiento de Internet, o sea, la circulación exponencial de los datos en la red. Esta condición tecnológica universalizada trastornó prioritariamente tres dimensiones: las condiciones de acceso a la información, el comercio y la relación con los otros a través de los correos electrónicos y las redes sociales. Hoy, esta arquitectura que no cesó de desarrollarse y consolidarse está sólidamente instalada a escala global y permite el advenimiento de lo que yo llamo “la era inteligente de la técnica”.

–La historia del siglo XXI se parece entonces a una redefinición de las líneas antropológicas. Usted la define como una humanidad “comprometida en una odisea incierta e híbrida, antropólogo-mecánica”.

–Nuestro tiempo instaura una relación con la técnica que ya no está prioritariamente fundada sobre un orden protético, o sea, como una potencia mecánica superior y más resistente que la de nuestro cuerpo, sino como una potencia cognitiva en parte superior a la nuestra. Hay robots inmateriales “inteligentes” que colectan masas abismales de datos, las interpretan a la velocidad de la luz al tiempo que son capaces de sugerir soluciones supuestamente más pertinentes, e incluso de actuar en lugar nuestro, como ocurre con el trading algorítmico, por ejemplo.

–Precisamente, el trading algorítmico desempeñó un papel nefasto en la crisis financiera de 2008. Un dispositivo creado por el ser humano operó una suerte de sustitución que terminó ahondando la crisis.

–Las transacciones financieras mundiales se llevan a cabo mediante la colecta automatizada de volúmenes astronómicos de datos: su tratamiento en tiempo real, la compra o la venta de acciones están a cargo de robots numéricos que trabajan a una velocidad que sobrepasa nuestras capacidades cognitivas. Hace 30 años, esa actividad estaba realizada por seres humanos, pero fue poco a poco transferida hacia sistemas interpretativos y reactivos. Ese fenómeno expone el momento inquietante de nuestra contemporaneidad, donde las producciones tecnológicas concebidas por seres humanos nos sustituyen e incluso actúan en lugar nuestro.

–En su último ensayo, La humanidad aumentada, la administración digital del mundo, usted expone un mundo cartografiado de manera constante por los sistemas digitales. Usted muestra la emergencia de una suerte de humanidad paralela –las máquinas– destinadas a administrar el siglo XXI. Se impone una pregunta: ¿qué queda entonces de nuestra humanidad?

–La historia de la humanidad está constituida por una infinidad de evoluciones sucesivas en todos los campos. Desde el Renacimiento, nuestro potencial humano se fundó sobre la primacía humana constituida por la facultad de juzgar, la facultad de decisión y, por consiguiente, de la responsabilidad individual que funda el principio de la Ley. La asistencia de las existencias por sistemas “inteligentes”, además de que representa una evolución cognitiva, redefine de facto la figura de lo humano como amo de su destino en beneficio de una delegación progresiva de nuestros actos concedida a los sistemas. Una creación humana, las tecnologías digitales, contribuyen paradójicamente a debilitar lo que es propio al ser humano, o sea, la capacidad de decidir conscientemente sobre todas las cosas. Esta dimensión en curso se amplificará en los próximos años. Además, nuestras vidas individuales y colectivas están cada vez más reorientadas por sistemas que nos conocen con mucha precisión, que nos sugieren ofertas hiper individualizadas, que nos aconsejan este u otro comportamiento. Por medio del uso de nuestros protocolos de interconexión se opera una cuantificación continua de los gestos, la cual autoriza un “asistente robotizado” expansivo de las existencias.

–Usted se refiere al surgimiento de un componente “órgano-sintético que repele toda dimensión soberana y autónoma”. En suma, el mundo, nuestras vidas, están bajo el orden de lo que usted llama “la gobernabilidad algorítmica”. El ser humano ha dejado de administrar.

–No se trata de que ya no administre más, sino de que lo hará cada vez menos en beneficio de amplios sistemas supuestamente más eficaces en términos de optimización y de seguridad de las situaciones individuales y colectivas. Esto corresponde a una ecuación que está en el corazón de la estrategia de IBM. Esta empresa implementa arquitecturas electrónicas capaces de administrar por sí mismas la regulación de los flujos de circulación del tráfico en las rutas o la distribución de energía en ciertas ciudades del mundo. Esto es posible gracias a la colecta y al tratamiento ininterrumpido de datos; los stocks de energía disponibles, las estadísticas de consumo, el análisis de los usuarios en tiempo real; la energía disponible, las estadísticas del consumo, el análisis de la utilización en tiempo real. Estas informaciones están conectadas con algoritmos capaces de lanzar alertas, de sugerir iniciativas o asumir el control decidiendo por sí mismos ciertas acciones: aumento de la producción, compras automatizadas de energía en los países vecinos, o corte del suministro en ciertas zonas.

–Eso equivale a una suerte de pérdida mayor de soberanía.

–La meta consiste en buscar la optimización y la seguridad en cada movimiento de la vida. Por ejemplo, hacer que una persona que pasa cerca de una zapatería pueda beneficiarse con la oferta más adecuada a su perfil, o que alguien que se pasea en una zona supuestamente peligrosa reciba un alerta sobre el peligro. Vemos aquí el poder que se le delega a la técnica, o sea, el de orientar cada vez más con mayor libertad la curva de nuestras existencias. Ese es el aspecto más inquietante y más problemático de la relación que mantenemos con las tecnologías contemporáneas.

–El escándalo del espionaje que explotó con el caso Prism, el dispositivo mediante el cual la NSA espía todo el planeta, puso al descubierto algo terrible: no sólo nuestras vidas, nuestra intimidad, son accesibles, sino que nuestras vidas están digitalizadas, convertidas en Big Data, dobladas.

–Prism reveló dos puntos cruciales: en primer lugar, la amplitud abismal, casi inimaginable, de la colecta de informaciones personales; en segundo, la colusión entre las compañías privadas y las instancias de seguridad del Estado. Este tipo de colecta demuestra la existencia de cierta facilidad para apoderarse de los datos, guardarlos y, luego, analizarlos para instaurar funcionalidades de seguridad. La estrecha relación que liga a los gigantes de la red con la NSA debería estar prohibida por la ley, salvo en ocasiones específicas. De hecho, no es tanto la libertad lo que disminuye sino partes enteras de nuestra vida íntima. El medio ambiente digital favoreció la profundización inédita en la historia del conocimiento de las personas. Este fenómeno está impulsado por las compañías privadas que colectan y explotan esas informaciones, a menudo recuperadas por las agencias de seguridad y también por cada uno de nosotros mediante las huellas que diseminamos permanentemente, a veces sin ser conscientes, a veces de manera deliberada. Por ejemplo, a través de la exposición de la vida privada en las redes sociales.

–El caso NSA-Prism marca todo un hito en la historia. De alguna manera, incluso si la gente ha reaccionado de forma pasiva, hemos perdido la inocencia digital. ¿Cree usted que aún persiste la capacidad de rebelarse en esta gobernabilidad digital?

–Con Prism habrá un antes y un después. Este caso mostró hasta qué punto la duplicación digital de nuestras existencias participa de la memorización y de su explotación. Esto ocurrió en apenas 30 años bajo la presión económica y de las políticas de seguridad sin que se haya podido instaurar un debate a la medida de lo que estaba en juego. Este es el momento para tomar conciencia, para emprender acciones positivas, para que los ciudadanos y las democracias se apropien de lo que está en juego, cuyo alcance concierne a nuestra civilización.

–La ausencia de Europa ha sido en este robo planetario tan escandalosa como cobarde. Usted, sin embargo, está convencido de que el Viejo Mundo puede ahora desempeñar un papel central.

–Me parece que Europa, en nombre de sus valores humanistas históricos, en nombre de su extensa tradición democrática, debe influir en la relación de fuerzas geopolíticas de Internet y favorecer la edificación de una legislación y una reglamentación claras. El término Big Data, más allá de las perspectivas comerciales que se desprenden de él, nombra ese momento histórico en el cual el mundo está copiado bajo la forma de datos que pueden ser explotados en una infinidad de funcionalidades. Se trata de una nueva inteligibilidad del mundo que emerge a través de gigantescas masas de datos. Se trata de una ruptura cognitiva y epistemológica que, me parece, debe ser acompañada por una “carta ética global” y marcos legislativos transnacionales. No obstante, hay que desconfiar de todo intento de toma de control por ciertos países capaz de conducir a una fragmentación de Internet. Justamente, el valor de Internet radica en su dimensión universalizada. Me parece que lo que necesitamos es un acuerdo en torno de algunas exigencias fundamentales.

El smartphone, ese “asistente robotizado”

En su libro, usted se refiere a una figura mítica del cine, Hal, el sistema informático de la nave Discovery que aparece en la película 2001 Odisea del espacio. ¿Hal es, para usted, como la figura que encarna nuestro devenir tecnológico a través de la inteligencia artificial?

–Hal es un sistema electrónico hiper sofisticado que representa la figura mayor de la película de Stanley Kubrick. Hal es un puro producto de la inteligencia artificial, es capaz de colectar y analizar todas las informaciones disponibles, de interpretar las situaciones y actuar por sí misma en función de las circunstancias. Exactamente como ciertos sistemas existentes en el trading algorítmico, o en el protocolo de Google. Hal no corresponde más a una figura imaginaria y aislada sino a una realidad difusa llamada infinitamente a infiltrar sectores cada vez más amplios de nuestra vida cotidiana.

–En esa misma línea se sitúa para usted el iPhone o los smartphones. No se trata de juguetitos sino de un casi complemento existencial.

–Creo que la aparición de los smartphones en 2007 corresponde a un acontecimiento tecnológico tan decisivo como el de la aparición de Internet. Los smartphones permiten la conexión sin ruptura espacio-temporal. Con ello los smartphones exponen a un cuerpo contemporáneo conectado permanentemente, tanto más cuanto que puede ser localizado vía el GPS. También, a través de él se confirma el advenimiento de un “asistente robotizado” de las existencias por medio de las innúmeras aplicaciones capaces de interpretar un montón de situaciones y sugerirle a cada individuo las soluciones supuestamente más adaptadas.

–Esos objetos, que son táctiles, nos hacen mantener una relación estrecha con el tacto. Pero, al mismo tiempo que tocamos, las cosas se tornan invisibles: toda la información que acumulamos desaparece en la memoria de los aparatos: fotos, videos, libros, notas, cartas. Están pero son invisibles.

–En efecto, ese doble movimiento trastornante debería interpelarnos. Nuestra relación con los objetos digitales se establece según ergonomías cada vez más fluidas, lo que alienta una suerte de creciente proximidad íntima. La anunciada introducción de circuitos en nuestros tejidos biológicos amplificará el fenómeno. Por otro lado, esa “familiaridad carnal” viene acompañada por una distancia creciente, por una forma de invisibilidad del proceso en curso. Esto es muy emblemático en lo que atañe a los Data Centers que contribuyen a modelar las formas de nuestro mundo y escapan a toda visibilidad. Es una necesidad técnica. Sin embargo, esa torsión señala lo que se está jugando en nuestro medio ambiente digital contemporáneo: por un lado, una impregnación continua de los sistemas electrónicos, y, por el otro, una forma de opacidad sobre los mecanismos que la componen.

“Desarrollar una conciencia crítica”

Los poderes públicos, principalmente en Europa, son incapaces de administrar el universo tecnológico, incapaces de encuadrarlo con leyes o fijar límites. La ignorancia reina, pero la tecnología termina por imponerse, al igual que las finanzas, a todo el espectro político. De alguna manera, los poderes públicos son víctimas de la ignorancia y de lo que Paul Virilio conceptualizó como nadie: la velocidad.

–Una velocidad aumentada sin nunca cesar caracteriza el movimiento vertiginoso imprimido por la innovación tecnológica. Estamos viviendo en el seno de un régimen temporal que se vuelve exponencial, prioritariamente mantenido por la industria que impone sus leyes. Lo propio de los regímenes democráticos es su facultad deliberativa, su capacidad colectiva para elegir conscientemente las reglas que enmarcan el curso de las cosas. Ese componente está hoy eminentemente fragilizado. Ahora como en el futuro, debemos enfrentarnos activamente, sin nostalgia y bajo diversas formas, a la amplitud de lo que está en juego éticamente, bajo la inducción de esta “tecnologización” de nuestras existencias. Tanto en las escuelas y universidades, creo que es urgente enseñar el código, la composición algorítmica, la inteligencia artificial. Creo que son los profesores de “humanidad numérica” quienes deberían ingresar en las escuelas y contribuir a despertar las conciencias y ayudar a encontrar las perspectivas positivas que se están abriendo con este movimiento. Es preciso que en adelante desarrollemos una conciencia crítica ante nuestra propia utilización, que se instaure lo que yo llamo “una disciplina de la utilización”. Esta disciplina me parece indispensable si no queremos estar infinitamente pegados a las producciones tecnológicas, si no queremos volvernos un mismo cuerpo con la técnica. Es preciso mantener cierta distancia, porque es la distancia quien condiciona el principio mismo de una relación abierta y singularizada con el mundo.

martes, junio 20, 2017

La escuela secundaria


"SOSPECHO QUE LA EDUCACIÓN PODRÍA HACER MUCHO PARA AYUDAR A ROMPER ESTE NUDO GORDIANO" Zygmunt Bauman
"Cuando existe una ausencia de comunicación recíproca, hay pocas oportunidades para que la imaginación se pueda someter a la prueba de la práctica, y casi ninguna oportunidad de que se pueda elaborar un modo de convivencia que sea mutuamente satisfactorio y que permita que la variedad cultural de la ciudad, hoy considerada obligatoria, sea refundida para convertirse en un bien activo. Sospecho que la educación podría hacer mucho para romper este nudo gordiano..."


https://www.clarin.com/sociedad/madre-todas-batallas-va-alla-educacion_0_Hy-mx-IQW.html

La crisis de la escuela media

Es "la madre de todas las batallas" y va más allá de la educación

Pocas voces se escuchan sobre la necesidad de la reforma de la secundaria, un proyecto que la dirigencia política y educativa viene postergando pero que es urgente encarar. 
Cuando estalló el caso de Agustín Bustamante -el nene de tres años asesinado en Lomas de Zamora por un adolescente de 16-, aparecieron todo tipo de especialistas hablando de la necesidad de bajar la edad de imputabilidad de los menores o explicando cómo implementar políticas públicas para contener a los adolescentes de los sectores más vulnerables. Aportes muy valiosos aunque poco se escuchó acerca del alarmante nivel de deserción que tiene hoy la escuela secundaria, acaso el motivo que mejor podría explicar casos tan lamentables como el de Agustín. Hoy, casi la mitad de los adolescentes argentinos “escapan” de una secundaria que no parece dar respuestas a sus necesidades y motivaciones. La escuela media tampoco parece dar una solución a los requerimientos del mercado laboral. De acuerdo a un estudio del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), la mitad de las empresas argentinas que buscan personal técnico tienen dificultades para encontrar perfiles que cumplan con los requisitos necesarios. Y estamos hablando de estudiantes de escuelas técnicas.
Los datos son contundentes. El 43% de los chicos que hoy empiezan la secundaria en la Argentina no la terminan en el tiempo esperado. En el medio van abandonado o repitiendo, que es el primer paso hacia el futuro abandono. Según un informe de la Unesco, la Argentina se ubica en el puesto 11 sobre 13 países latinoamericanos en cuanto a porcentaje de alumnos que terminan la escuela media en tiempo y forma. Son 390.000 los chicos que, año a año , cambian las aulas por la calle. ¿Qué están haciendo en este momento todos esos chicos? ¿Cuál es su proyecto de vida sin la secundaria completa? ¿A qué empleo pueden aspirar, en el mejor de los casos?
Pocas cosas son tan urgentes, tan necesarias, pero al mismo tiempo tan difíciles de implementar y de consensuar como la reforma de la escuela secundaria. Un proyecto que la dirigencia política y educativa viene “procrastinando” desde hace años. Se dice que la secundaria es el principal “cuello de botella” que tiene la educación. Pero es más: que eso podría considerárselo como “la madre de todas las batallas” que cualquier administración debe encarar.
Y esto va mucho más allá de la educación: difícilmente se puedan resolver en la Argentina la cantidad de problemas sociales y laborales que atormentan, si antes no se avanza con una exitosa transformación de la escuela secundaria. Los cambios cuentan con el apoyo de los expertos del área. Es tiempo de empezar con una reforma tan postergados.


http://misionesonline.net/2017/06/21/esteban-bullrich-adelanto-la-reforma-la-educacion-secundaria-comenzara-5-provincias-desde-ano-viene/


Pensar la Educaciòn www.lavoz.com.ar
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/entrevista-carlos-skliar-hay-que-volver-una-escuela-de-la-inutilidad#!#_=_



Entrevista a Carlos Skliar: Hay que volver a una escuela de la inutilidad

El investigador de Flacso y del Conicet dice que las instituciones no deben convertirse en una carrera para formar adultos infelices y que están pensadas para capacitar a “futuros empleados”.
Carlos Skliar propone una “escuela de la pereza”, de la “inutilidad”: una idea anarquista de escuela. “Planteo volver a una escuela que no sirva para nada, si servir quiere decir servir para el trabajo”, plantea Skliar, con la certeza de que la propuesta va a contrapelo de los tiempos que corren.
Skliar es doctor en Fonología e investigador de Conicet y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Días atrás disertó en Córdoba sobre el dilema de enseñar para el mundo o de enseñar para la vida, invitado por la Universidad Católica de Córdoba (UCC). En una pausa de una charla multitudinaria, conversó con La Voz .
Desde la primera pregunta sobre los desafíos de la escuela hoy, Skliar aclara que habla desde la filosofía de la educación, no desde “el sistema”. “Creo que hay tres planteos. Una pregunta es cómo las sociedades actuales sostienen la idea de la trascendencia de la educación. Tengo la impresión de que la respuesta es que hay una manifiesta soledad en las instituciones educativas y en los maestros para poder sostener esa trascendencia. Es decir, todo el mundo inflama el pecho y llena su boca proclamando esta esencialidad de que sin la educación nuestra sociedad, ninguna sociedad, funcionaría. Eso me lleva a una segunda cuestión, que es la naturalidad con la que se ha afirmado que educar tiene que ver con conocer el mundo y aprender a vivir. Ninguna definición de educación puede omitir mundo o vida. La formulación repetida es salir al mundo, no quedarse en el mundo privado de la familia o el barrio, salir al mundo real, de lo múltiple, diferente y, allí, aprender a vivir”.

–¿Qué implicaría salir al mundo?
–La pregunta que ahora me conmueve es si es la idea tan natural de mundo es reemplazada por mundo laboral o mundo del mercado. Entonces, educar es salir, sí, pero al mundo del trabajo, que no es lo mismo que al mundo. Y el segundo reemplazo es que ya no se aprende a vivir, sino que se aprende a ganarse la vida. Y este es un juego muy diferente de sentido, en símbolos. Y, materialmente, también lo es. Hoy podría decir que todo lo que leo de grandes propuestas y lineamientos pedagógicos en el mundo responde a la cuestión de que hay que educar para ir al mercado de trabajo y aprender a ganarse la vida. A mí no me apetece esta idea.
–¿Las propuestas educativas van en ese sentido?
–En general, todas las propuestas van al mercado de trabajo y a ganarse la vida. Así el mundo y la vida han quedado muy reducidos, muy estrechos, y la educación se ha vuelto como la época: utilitaria, provechosa, acelerada. Frente a eso empieza a surgirme la sospecha de que hay que separar un poco mundo y vida.
–¿De qué manera?
–Esto, que es un problema filosófico, necesita una respuesta pedagógica: cómo podemos cuidar la infancia de no entrar tan rápida y vertiginosamente en este mundo del mercado, creando una educación que le dé tiempo para ser infancia y no convertirse rápidamente en una carrera de adultos desdichados. La formación ha perdido vitalidad, la formación ya no tiene que ver con la vida. Tiene que ver con cómo están las cosas en el mundo.
–¿Cómo sería una educación para la vida?
–Es lo que estoy imaginando. ¿Se podrá sustraer la educación infantil y la primaria de esta trayectoria hacia el trabajo y plantearla más adelante? Es decir, que la función educadora sea sostener la infancia, definida como su tiempo libre todo el tiempo que sea posible. Eso es lo que estoy trabajando ahora. Que la escuela, al menos la primaria, se sustraiga de conocimiento lucrativo y tecnológico, a contrapelo con el mundo, lo sé. Pero es que ya vi la escuela que el mundo pretende; existe y es, a mi modo de ver, nefasta. Son las escuelas Samsung, las escuelas ya captadas por las empresas tecnológicas y que plantean un desarrollo individual, un currículo personal, motores de búsqueda, relación directa con la tecnología, donde no hay conversación, no hay maestros, no hay libros y tampoco hay una formación en el sentido general, sino en un sentido lineal y muy específico. Esas escuelas no están pensando de dónde nacen los nuevos filósofos, los nuevos poetas, los artistas, sino en cómo formar a sus futuros empleados.
–Esta formación que piensa en formar para el mundo del trabajo, ¿cómo influye en la sociedad toda?
–Uno tiene que imaginar no sólo el trabajo, que es fundamental, sino una formación mucho más amplia, una formación cultural. Hago la diferencia entre formación cultural, que era propia de las escuelas, y una formación natural y una formación para el empleo. Cuando pienso en la educación, sigo pensando en una formación trascendente. Si estamos hablando de una práctica para el trabajo, entonces la esencialidad se la quitamos, no era tan importante para la vida sino para conseguir trabajo, si es que lo hubiera. Hay un mundo que yo juzgo horroroso en los términos capitalistas de la expresión –que otros autores han llamado hiperconectividad, utilitarismo o provecho– y que, como única rebelión, te plantea detenerte, ni siquiera ir más despacio, y que está creando nuevas formas de segregación que tienen que ver con los incompetentes, los que no pueden formar parte de ese mercado.
–¿Qué hacer, entonces?
–Lo que se está planteando es que la aceleración sería la virtud, la detención sería el defecto. Cuando desde mi perspectiva la detención sería la única rebelión posible frente a un mundo que no te deja descansar. Frente a eso propongo una escuela de la pereza, de la inutilidad, volver a la idea anarquista de escuela, volver a que no sirva para nada. Si servir quiere decir servir para el trabajo, que no sirva.
Lo público: ofrecer otro destino 
–¿La idea de una escuela de la pereza está pensada para todos los ámbitos, para todo tipo de escuela?
–Es que, si no, el mundo queda dividido entre los que nacieron con buena suerte y los que nacieron con mala suerte. Ahí lo público tiene algo que hacer, algo que responder, que es cómo cambiamos la suerte de los que han nacido con mala suerte. Para eso está lo público, para ofrecer otro destino que no sea donde has nacido. La escuela es donde empieza el mundo real y debería servir para multiplicar destinos y no para reproducirlos. Y creo que sí es para todos, es para todos volver a echar las cartas.
–Como idea está buena…
–Siento que hay mucha gente que lo está pensando en el mundo como reacción a una escuela que se ha vuelto una cara infantil de un mundo adulto desdichado. Aunque no sé las estadísticas exactas, sí podría decir que más de la mitad de la población no trabaja de lo que hubiera querido. Ya eso es suficiente para decir que el mundo es un horror. Lo que estoy planteando es que el mundo está tendiendo a ubicar al adulto como figura de la desdicha. No hago lo que quiero, no tengo tiempo para nada. Desde esta doble figura yo pretendo que la educación cambie a ese adulto, porque si esta es la imagen del adulto que se está reproduciendo a través del mundo en la vida escolar, hay que cambiar la vida escolar. Eso es lo que me planteo, cómo recuperar una dicha infantil.


miércoles, junio 14, 2017

Dudar para avanzar. Proyecto de Investigación Métodología







“Preguntarse qué es hacer ciencia o, más precisamente,
tratar de saber qué hace el científico, sepa éste o no lo
que hace, no es sólo interrogarse sobre la eficiencia y el
rigor formal de las teorías y de los métodos, es examinar
a las teorías y los métodos en su aplicación para determinar
qué hacen con los objetos y qué objetos hacen”
(Bourdieu et al, 2002, p. 25)

 UNA DUDA RADICAL
Pierre Bourdieu

Construir un objeto científico significa, primero y ante todo, romper con el sentido común, es decir, con representaciones compartidas por todos, trátese de simples lugares comunes de la existencia ordinaria o de representaciones oficiales, a menudo inscritas en instituciones y, por ende, tanto en la objetividad de las organizaciones sociales como en los cerebros. Lo preconstruido se encuentra en todas partes. El sociólogo está ligeramente asediado por lo preconstruido, al igual que todo el mundo. Su tarea es la de conocer Un objeto, el mundo social, del cual es producto, de modo que los problemas
que se plantea acerca de él, y sus conceptos -en particular, las nociones clasificatorias que emplee para conocerlo: nociones comunes, como los nombres de profesiones; nociones cientíticas, como aquellas que maneja la tradición de su disciplina- tienen todas las probabilidades de ser resultado de este mismo objeto. Lo cual contribuye a dotadas de una evidencia -derivada de la coincidencia entre las estructuras objetivas y las estructuras subjetivas- que impide que sean cuestionadas.(…..)

(….) En las ciencias sociales, como todos sabemos, las rupturas epistemológicas son a menudo rupturas sociales, rupturas con las creencias fundamentales de un grupo y, a veces, con las creencias básicas del gremio de los profesionales, con el acervo de certidumbres compartidas en que descansa la “opinión pública”, Practicar la duda radical en sociología equivale a romper con las reglas del juego. Esto es, sin duda, lo quc experimentó Descartes quien, para asombro de sus comentaristas, nunca extendió a la política -sabemos con cu;ínta prudencia aludió a Maquiavelo- el modo de pensamiento que tan intrépidamente inaugurara en el campo del conocimiento.


Los métodos de investigación.




Etimológicamente método significa “camino a seguir” o sea que sería el camino que emprende el investigador hacia el conocimiento. Puede definirse como “el procedimiento o conjunto de procedimientos por cuyo intermedio y en base a un plan fijado y a reglas predeterminadas se procura la obtención de un fin propuesto.”

Los pasos del método científico es básicamente idéntico en todas las ciencias esto es 
1) formular el problema; 2) planear la estructura de la investigación; 3) reunir los datos); 4) analizar los datos; 5) extraer conclusiones;6) Elaboración de leyes para las ciencias naturales y generalizaciones o afirmaciones generales para las ciencias sociales; 7) elaboración de teorías.

Lo que difiere fundamentalmente es el conjunto de técnicas o procedimientos específicos de acuerdo a cada disciplina. Así no es lo mismo el método del que se valen las ciencias naturales que el de las ciencias sociales; por ejemplo la química utiliza el método experimental, tubos de ensayo y experimentos en le laboratorio en tanto que la historia se centraliza en la investigación bibliográfica y documental.

Otra diferencia entre las ciencias naturales y las sociales es que, la ciencia social no cuenta con leyes comparables a las leyes de las ciencias físicas, a causa de la variabilidad de sus datos. La molécula de hidrógeno no varía en el curso de los siglos; no existen unidades semejantes de fenómenos de la ciencia social que se mantengan invariables en el tiempo o en el espacio. Como no pueden formular leyes, los científicos sociales asignan a sus conclusiones la forma de generalizaciones o afirmaciones generales que admiten ciertas excepciones.

Los sociólogos utilizan casi todos los métodos de recopilación de información empleados por otras ciencias sociales y humanidades, desde avanzadas estadísticas matemáticas hasta la interpretación de textos. También se apoyan en la información de tipo estadístico recogida periódicamente por los gobiernos, como censos y estadísticas demográficas, registros de desempleo, inmigración y delincuencia.

1) Observación directa
La observación directa de algunos aspectos de la sociedad tiene una larga tradición en la investigación sociológica. Esta observación directa puede ser participante o no participante.
En la observación participante, el investigador forma parte del grupo estudiado, sin informar al grupo acerca de la investigación que se va a llevar a cabo o confiando solamente en informantes seleccionados del mismo grupo. Este método que se denomina Trabajo de Campo, ha sido también utilizado por los antropólogos sociales y muchas veces duramente criticado por su falta de ética, al no informar a los miembros del grupo que serán observados.
En el caso de la observación participante, el grupo es notificado de la investigación pero puede suceder que al sentirse observados los integrantes cambien sustancialmente su conducta, lo que finalmente se traduciría en conclusiones erróneas para el investigador.
En los últimos años esta observación directa se ha aplicado a escenarios más pequeños, como clínicas, reuniones religiosas y políticas, bares, casinos y aulas y encuestas de mercado.
Erving Goffman, sociólogo canadiense, ha postulado una teoría y diferentes modelos para este tipo de estudios. Goffman sostiene que la base de la realidad social es la vida cotidiana y no las abstracciones estadísticas o conceptuales.
Esta teoría ha impulsado la investigación microsociológica intensiva, haciendo uso de grabadoras, y cámaras de vídeo ante situaciones sociales reales, en lugar de situaciones creadas de forma artificial.
A pesar de que los estereotipos han descrito a los sociólogos como personas que captan la observación cualitativa de las experiencias humanas para reducirla a sumarios cuantitativos (estadísticos), esto no es exacto del todo. Aunque es cierto que la sociología ha destacado la investigación social cuantitativa y que se ha distanciado de las disciplinas humanísticas como la antropología, la filosofía, la historia y el derecho, la investigación cualitativa ha sido siempre de gran valor en esta ciencia.

2) Métodos cuantitativos
Estos métodos, cada vez más sofisticados e informatizados, siguen jugando un papel importante en la sociología. La sociología cuantitativa engloba la recopilación de gran volumen de datos estadísticos descriptivos y la utilización de técnicas de muestreo, modelos matemáticos avanzados y simulaciones informáticas de procesos sociales. El análisis cuantitativo es cada vez más utilizado como medio de investigación de las posibles relaciones causales, especialmente en la investigación de la movilidad social y la adquisición de estatus.

3) Encuestas
Una encuesta implica la recopilación y el análisis de las respuestas de grandes grupos de personas, a través de sondeos y cuestionarios diseñados para conocer sus opiniones, actitudes y sentimientos hacia un tema determinado. En las décadas de 1940 y de 1950 la realización de encuestas y los métodos estadísticos para tabular e interpretar sus resultados eran considerados como la principal técnica de investigación sociológica. Las encuestas de opinión, en especial los sondeos preelectorales o las investigaciones de mercado, se utilizaron por primera vez en la década de 1930. Actualmente, las encuestas son herramientas utilizadas tanto por políticos como por numerosas organizaciones y empresas relacionadas con la opinión pública.
Aunque los sociólogos utilizan las encuestas en casi todas las subáreas de la sociología, su principal campo de aplicación es el estudio de la conducta de los votantes, los prejuicios étnicos o la respuesta a los medios de comunicación. A pesar de que las encuestas son una herramienta de investigación sociológica importante, su utilización ha sido a veces muy criticada. La observación directa de la conducta social no puede ser sustituida por respuestas verbales a una lista de preguntas estándar presentada por un entrevistador, aun cuando estas respuestas se adapten fácilmente a la tabulación y manipulación. La observación directa permite al sociólogo obtener información detallada sobre un determinado grupo; el muestreo, sin embargo, le permite obtener una información uniforme pero superficial sobre un sector mucho más amplio de la población.
Finalmente, hay que mencionar que los sociólogos, como los historiadores, utilizan la investigación bibliográfica, o sea fuentes de segunda mano que incluyen historiales, documentos personales elaborados por instituciones, registros, etc.

Metodología Investigación (psicología)....
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